Joven emprendedor creó un 'oasis' en la Quebrada Carrizo
ECOSISTEMA. Plantó más de 90 árboles y construyó una zona de descanso en sitio eriazo.
Fue durante el verano, mientras paseaba a sus perros por la Quebrada Carrizo cuando el antofagastino Ramón Zavala (productor de eventos) se percató que entre los escombros y restos de basura del lugar existía una poza con peces.
La especie corresponde a las Gambusias affinis (o pez mosquito), que sobrevivía en una estrecha poza de no más de un metro cuadrado, con escasa vegetación y prácticamente asfixiada por bolsas de plástico y restos de escombros.
"Fui a buscar una pala y comencé a cavar alrededor de la poza para ensanchar el hábitat de los peces. De ahí inicié pequeñas intervenciones, sacando basura y expandiendo la poza, hasta que ahora se formó un verdadero ecosistema", relató el emprendedor.
En efecto, actualmente en la Quebrada Carrizo, ubicada detrás de la población Coviefi, en el sector sur de Antofagasta, es posible apreciar una suerte de 'oasis artificial', que ocupa un espacio de 100 metros por 40 de ancho.
Trabajo
En el lugar existen cinco grandes pozas con peces y una espesa vegetación, todas alimentadas por las múltiples napas subterráneas que afloran a su alrededor.
También hay un sector con más de 90 árboles recién plantados, que fueron donados al proyecto de Zavala por parte de la Conaf.
A ellos se suman una serie de construcciones de material ligero (la mayoría sacada de la misma basura del espacio), que forman un rústico lugar de descanso. Todo ensamblado por el mismo Zabala.
"Me ayuda mucho el grupo 'Antofagasta Joven', como también organizaciones ambientalistas como 'Antofagasta Verde' y 'Colibrí', con quienes sacamos en un principio camiones repletos de basura", dijo.
Asimismo llamó a los vecinos a cuidar este lugar, ya que aseguró que en reiteradas ocasiones llegaban personas a llevarse a los peces o a bañar a sus perros en las pozas.
Impacto
El doctor en Ciencias Biológicas con mención Ecología y académico de la Universidad de Antofagasta, Carlos Guerra, dijo que el éxito del proyecto depende básicamente del destino de las mismas napas.
"Hay que determinar cuál es el tipo de agua que contribuye a la creación de ese ecosistema, porque son múltiples las fuentes de napas y muchas de ellas son salinas o contaminadas, que eventualmente podrían dañar la flora y fauna si es que llegase a tener contacto con estos afluentes", esgrimió.
Además, dijo que se debe proceder con cuidado en este tipo de proyectos, ya que si bien contribuyen a mejorar un espacio, deben ser autosustentables.
"Hay que evitar plantar árboles que no sean del lugar, pues si no son capaces de mantenerse por sí mismos, morirán apenas dejen de ser cuidados", precisó.
lleva gastados de su bolsillo en el proyecto de conservación ubicado en el sector Coviefi. $250 mil