Iglesias, Reyes
Un hombre de tan excesivo voltaje como Augusto Iglesias (Antofagasta, 1896 / Santiago, 1975), tromba metida en cuerpo humano, tempestad perpetuamente deshecha en granizo verbal, ¿puede ser el poeta suave y uncioso que ha compuesto el seráfico (relacionado con serafines; uno de ellos, San Francisco de Asís, pobre, humilde) y melodioso novenario lírico del poverello de Asís?
Antes de este poema, Iglesias nos daba la idea de un hombre construido para arengar en largos periodos sonorosos. ¿Sobre qué? Sobre todo: sicología, ética, arte, sociología, finanzas, pero siempre otorgando a cada tema un máximum de interés y de pasión.
Iglesias poeta, es el reverso del prosista, del comentador, del charlador terrible. Espíritu hondo y reflexivo; sensibilidad aguda y vasta, y un equitativo sentido de las proporciones, son sus cualidades primordiales.
Su "Francisco de Asís", 1926, es un bellísimo poema, impregnado del manso y sublime sentido evangélico del santo hermano del lobo y del agua.
Por su parte, todo lo que Salvador Reyes (premio nacional de Literatura, 1967) canta en verso y prosa, lo crea su fantasía que es una real vagabunda por la tierra y por las armas. La visión del mar que recogieron sus pupilas de niño (tal vez en Antofagasta), se le quedó prendida en la imaginación, con los barcos olorosos a brea, y los mástiles, jarcias y los marineros cosmopolitas: "Dentro de mí hay un viejo lobo de mar, el buen piloto de un bergantín negrero…"
Su "Barco ebrio", 1923, está lleno de esas visiones, vaciadas con sencillez en versos sin más ajuste rítmico que la modulación impuesta por la voluntad del poeta. Atrás el estorbo de la métrica… ¡Vade retro!
"De los steamers elegantes desborda el oro recogido en el ocaso de otros mares". "El puerto sueña frente al horizonte donde se agota el oro de otras tardes y acoge el corazón de los marinos en sus tabernas y en sus arrabales".
Su expresión lírica aparece tan suya, que fija súbitamente su personalidad; personalidad que se ha afirmado en la prosa nítida y radiante de sus cuentos.
Tomás Gatica M.