Blade Runner 2049
Periodista, escritor y
académico UA
Esperada con expectativas, deslumbrante en su visualidad, digna secuela de un clásico absoluto, este filme debe luchar con tres grandes obstáculos previos: primero, el más obvio, tratar de no comparar esta película de Denis Villeneuve con la original, esa obra maestra absoluta, dirigida de 1982 por Ridley Scott que ahora opera como productor ejecutivo. El 'Blade Runner' original generó grandes cambios en el lenguaje del cine, en aspectos estéticos, arquitectónicos, éticos y climáticos del cine al adaptar el fascinante relato de Phillip K. Dick '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' de 1968.
Los otros dos escollos eran convocar a un actor que fuera capaz de dar la estatura de Harrison Ford quien, protagonizando la película pionera, dio su mejor actuación en la pantalla grande, lo que gracias a la sutil performance de Ryan Gosling, se logra plenamente y, ser capaz de urdir una trama que pudiera continuar con seriedad y altura las exquisitas preocupaciones morales que arrojaba la cinta de Scott en los años ochenta.
Con todo esto, 'Blade Runner 2049' se alza como una película monumental, heredera de su esencia y capaz de recrear ese universo pleno de luces y sombras que, 35 años después del estreno del original, seduce y deslumbra.
El protagonista es un Blade Runner llamado K que, tempranamente, se empieza a cuestionar por su identidad, haciendo que la trama de búsqueda y encuentro con el viejo Deckard (Harrison Ford, en un retorno glorioso), potenciando una secuencia anticlimática larga, hermosa y llena de referencias cinéfilas y culturales, aderezada con el dilema de la identidad (¿qué soy?), y donde predomina un ritmo hipnótico y crepuscular.
Otra gran idea que sobrevuela todo el filme es el tema del ensueño que está simbolizado de manera notable por un holograma con forma de mujer que actúa como deseo, memoria y conciencia.
Esto de la nostalgia que implica el recuerdo del pasado, se subraya con apariciones casi fantasmales de Rachel, la protagonista de la primera película que dio vida la actriz Sean Young y unos pocos temas musicales que evocan la inolvidable partitura de Vangelis).
También el director Villeneuve se permite establecer un conflicto que enfrenta y divide a la humanidad entre dos nuevas formas de vida: los nacidos por vía natural y los replicantes, construidos en una sociedad post apocalíptica que, nos señalan, sobrevivió a duras penas de lo que se denomina como el Gran Apagón, que sabemos se trató de una guerra nuclear.
Este 'Blade Runner 2049' posee instantes brillantes, plenos de lirismo, sobre todo entre K y su compañera evanescente, Joi (Ana de Armas). Pero donde el realizador alcanza a rozar lo sublime es cuando K se encuentra con la doctora Ana Stelline (Carla Juri), cuya presencia viene a ser el equivalente a las lágrimas en la lluvia de Rutger Hauer, en el momento culminante de la primera película. Ese instante, la manera en que se planificó desde el lenguaje fílmico, le otorga grandeza a una película que, de seguro, será reconocida como una de las grandes del presente año y una sucesora digna de un capítulo glorioso del cine.
Tal vez la frialdad deliberada del relato, una serie de escenas anticlimáticas que ahondan en lo psicológico antes que en los efectismos y la necesidad de conocer a cabalidad la obra original es el lastre que arrastra este filme. No obstante, la brillantez de su dirección artística, la capacidad del realizador para salir airoso de este tremendo desafío y, sobre todo, la cantidad de preguntas que quedan en el aire durante su visionado -¿Cuál es la esencia de lo real? ¿Qué diferencia tiene lo real de su imagen? ¿Dónde radica la humanidad?-, hacen de este 'Blade Runner 2049' si no lo mejor de este año, uno de los filmes más fascinantes y necesarios de revisar en mucho tiempo. Excelente.
Víctor Bórquez N.