Jonathan Villella Coyán
Además de nacer juntas, las gemelas Francisca y Camila Gallardo (25), ambas egresadas de Gastronomía en la Universidad Santo Tomás, comparten el sueño de instalarse a futuro con un restorán donde puedan mezclar los distintos sabores del mundo.
Pero la falta de mejores oportunidades laborales en la ciudad, las obligaron a abrir su abanico de posibilidades y a considerar el inscribirse para trabajar en algunos cruceros turísticos a fin de poder, durante los seis meses que dura cada viaje, aprender nuevas experiencias culinarias dependiendo de las escalas que tenga el crucero.
"Recuerdo haber estado conversando con mi hermana, ya habíamos terminado de estudiar y le dije que quería hacer algo distinto, salir de aquí, buscar mejores oportunidades, aquí sólo aspiras a trabajar en pubs, o en el casino, no hay mucha proyección. Dije eso y dos minutos después se abre una ventana en el computador que decía que habían cruceros que necesitaban gente que pudiera servir en la cocina. Eso lo cambió todo", relató Francisca, mayor a su gemela sólo por un minuto.
Decisión
Pero tras enviar las solicitudes y entrevistarse en tres oportunidades con la encargada de seleccionar a los nuevos tripulantes, se dieron cuenta de que si querían alcanzar sus metas, debían separarse. Esto ya que pese a postular al mismo crucero, quedaron seleccionadas en distintos viajes.
Mientras Camila, la primera en embarcarse, abordaba el crucero 'Saphire Princess', con destino a China, Japón y Corea del Sur, Francisca lo haría, casi dos meses después, en el 'Royal Caribbean', con destino a Miami (Estados Unidos) y Europa.
"La decisión no fue fácil. No queríamos separarnos, pero sabíamos que este era un paso que teníamos que dar si queríamos cumplir nuestra meta de abrir un restorán o algo similar a futuro. Cuando me embarqué -cuenta Camila-, la pasé muy mal en los primeros meses, yo llamaba a mi hermana y le decía que no lo hiciera, que la pasaría terrible, pero afortunadamente no me hizo caso y con el tiempo, todas esas malas experiencias fueron pasando y comencé a aprender", dijo.
Madurez
Ya en el barco, Camila se dio cuenta rápidamente que no sería fácil, y no sólo por el idioma. Tanto la gente como los tripulantes del crucero "eran muy estructurados y metidos en su trabajo, un poco apáticos incluso. Recuerdo que cuando el sub-chef me vio, me dijo: '¿una mujer?, esto no es lo que estoy esperando', quedé helada", relató.
No obstante, y dispuesta a dar lo mejor de sí, siguió en su afán de aprender y dos meses después, pudo ganarse su lugar en la cocina, situación que ahora valora bastante ya que logró superar una gran dificultad.
En tanto, para su hermana Francisca la experiencia no fue tan traumática. Eso sí, reconoce, tuvo que trabajar más de lo que hasta ese momento había trabajado en toda su vida. El nivel de exigencia en el Royal Caribbean era altísimo, de hecho el chef del crucero tenía dos estrellas Michelin (sólo se pueden tener tres y sirven para catalogar el nivel de la cocina).
"Fue difícil. Muchos amigos me decían que era una forma fácil de ganarse la vida, pero esas ideas estaban muy equivocadas, se trabaja y mucho, con el tiempo todo pasa a ser de acuerdo al horario que tienen los pasajeros, todo funciona acorde a eso, tu mente también. Que si ya es la hora del desayuno, del almuerzo o cualquier otra actividad donde ellos estén. Es una locura", confidenció.
Pero si hay algo en lo que ambas hermanas están de acuerdo, es en lo enriquecedora que fueron ambas experiencias, pese a que también fueron un poco traumáticas en un momento. No obstante, no se detienen. Ya en tierra, hace cuatro y un mes (Camila y Francisca, respectivamente) planean volver a enviar solicitudes, esta vez eso sí, asegurándose de quedar juntas en el mismo barco.
"Esta experiencia la recomiendo en un 100%. No es fácil, pero como profesional y persona, creces mucho, tu mundo se abre".
Camila Gallardo, chef"