DIOS TE SALVE, MARÍA…
El poeta Ivo Serge saguarda el encuentro definitivo con la Santísima Trinidad, y sus seres queridos, rezando, tratando a su Madre del cielo en compañía de la que fuera su esposa en la tierra.
"Al abrir el velador esta mañana, encontré tu rosario. Repasé sus cuentas una por una y, de hinojos frente a la imagen de María, recé la parte del misterio correspondiente con el mismo fervor con que lo hacíamos juntos.
"Durante la plegaria y -a medida que avanzaba en la plegaria- sentía el calor de tus manos y la suavidad de tus dedos. No hay dudas que orabas a mi lado.
"Ahora, rezo todos los días y, transportado, escucho junto a mí el seseo de tu voz y el ritmo acompasado de tu aliento
"Desde su marco en la pared, la Virgen nos observa complacida y nos bendice.
"No, tú no has muerto. Vives en mi corazón. ("Tu rosario", 1986)
En cada rosario, decenas de Avemarías suben de la tierra al cielo. Esas palabras las pronunció por primera vez el Ángel del Señor que traía un mensaje del cielo a la tierra. Ivo Serge profundizó en ellas durante toda su vida. Así, en agosto de 1989:
"Era la hora en la que el sol trasponía la curva del horizonte. Los pájaros se alejaban -volando en círculo- de la costa y la playa iba quedando desierta.
"Ningún ruido, nada. El viento se detuvo, las olas callaron y sólo las sombras avanzaban en puntillas desde los cerros vecinos.
"A poco encendieron los astros sus fanales y el cielo se cubrió de luciérnagas . De rodillas -con toda devoción- recé las oraciones que aprendí cuando niño.
En el puerto, las campanas de la iglesia anunciaban el Angelus…
"Dios te salve, María, llena eres de gracia." ("Oración de la tarde" ) Así, en junio de 1987:
"Haré de mi corazón una hornacina para recibirte y la abonaré con guirnaldas de besos y coronas de oraciones. Cuando llegues, replicarán las campanas, florecerán los riscos y las simas y los ángeles cantarán para ti sus mejores melodías.
"Al ponerse el sol , las nubes, en Poniente, se convertirán en hermosos capullos encarnados. Los tomaré, uno por uno, y haré con ellos una trenza y la pondré a tus pies, repitiendo la misma frase con que otrora te saludó el Arcángel: "Dios te salve, María, llena eres de gracia."
"Se hará de noche. Mi corazón encenderá los cirios de su gratitud en torno a tus sienes y el espacio infinito se cubrirá de estrellas. ("Dios te salve")
Pareciera infrecuente e improbable que la ancianidad con todos sus achaques, sea motivo de gratitud. A la vejez, viruela, dice el cruel refrán. Pero se puede, y debe, llegar a agradecer los muchos años. Todo depende de cómo se haya vivido la niñez, la adolescencia y la adultez. Y, desde luego que la persona posea la virtud teologal de la esperanza.
"Mira, con el tiempo se han empañado mis ojos., las piernas se resisten a obedecerme y mi espalda se encorva aproximándose a la tierra.
"Mañana, cuando la cal de mis huesos se confunda con la cal que la rodea, mi alma subirá a Ti por el hilillo de luz de alguna estrella, se apegará a tu pecho y te musitará al oído:
"Gracias, Padre, por el agua que me diste, por el pan de cada día y por ese corazón mío que amó tanto, que se dio a todos y que pasó inadvertido." ("Gracias, Padre", 1978)
(De "Antonio Rendic
Ivanovic, Médico de los pobres", PP. 122- 124)
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