Esta mañana, desde Antofagasta, Puerta del Sol y gaviota tejedora de olas encrespadas que habitan en el azul Pacífico; este maestro y directivo eterno en 53 años de docencia, fundador del Liceo Bicentenario Andrés Sabella, se viste de poeta y sus versos, juegan jubilosos para expresar el sentimiento alegre de chañares, algarrobos, tamarugos y pimientos que, entre rimas y ritmos, expanden el bullicio de patios escolares para cantar, en justicia, a un gigante de la educación chilena, al CPEIP. que, como crisol ancestral de símbolo que avanza, sin rehuir las rutas escabrosas del devenir de la Patria sueña caminos no andados que, como caminante de la luz que no conoce la noche, abre las alas del Chile nuestro, trazando, tallando y tatuando la piel, con la tinta mágica del hacer pedagógico de nuestra geografía nacional y sus gentes.
Esta mañana de tiempo nuevo, en este Universo abismante, cuando Stephen Hawking plantea que, producto del cambio climático y cambio global, debemos mirar hacia espacio infinito e invita a fundar nuevas alianzas para instalar colonias en la Luna y Marte; hoy, cuando se inician en nuestra Tierra, procesos científicos para modificar la estructura humana; hoy, cuando se discute sobre la tecnología humana y la humana tecnología y Chile mira al desarrollo de la Universidades hacia la biotecnología, nanotecnología; al avance hacia la energía y los biocombustibles; el CPEIP, con serenidad diseña, define, orienta y ejecuta sus programas, desde la siembra de libertades coronadas de esplendor, para iluminar los caminos esperanzadores, como manantiales que trascienden de la fábula a la vida.
En fin, esta mañana, en tiempos de incertidumbre, eternizada en soles de amaneceres, desde el mar de La Portada y el cactus trovador del norte, esta pluma del maestro que escucha por siempre la voz de la soledad y camanchaca del desierto, florece en versos de sal y de sol, de pan y libertad, para agradecer al CPEIP, porque su hacer ha permitido que los maestros de Chile, como escultores del acero y tejedores de ladrillos, puedan ejercer, abrazado a las estrellas , su siembra educadora en sonidos de sueños, dignidad y la libertad, educando por siempre las ventanas del entendimiento humano y compromiso social hacia una patria universal que avance, desde la educación en el tránsito desde la sombra a la luz, ennobleciendo y dignificando a los hijos de nuestra tierra tricolor, porque al reconocernos, escucharnos, y amarnos, bajo el cielo de hermandad universal , nuestro canto educador vivirá la alegría de una sociedad justa y feliz.
Jorge Tapia Guerrero
Doctor, Magister y Consultor Educacional