La mesa abierta de Jorge Millas
Con motivo del centenario del escritor, se publicó el libro "Irremediablemente filósofo", donde se puede volver a oír su voz cercana, que dialoga en trenes, por cartas, teléfono o presencialmente en entrevistas muy distintas.
Como un faro de independencia intelectual se puede entender el tránsito vital del filósofo Jorge Millas (1917-1982), que en una compleja época chilena logró mantener una altura de miras a través del cuidado de la universidad como institución. Las actuales ediciones de la Universidad Austral de Chile -de la que es fundador- lo evocan con "Irremediablemente filósofo", un volumen de reciente lanzamiento que compila entrevistas entre 1970 y 1982 y tres discursos de gran importancia política a comienzos de los ochenta.
La virtud del compilado es que muestra a un hombre tratando de comunicar ideas alejadas de los extremos que tensionaron la sociedad desde los sesenta, como es su visión del rol del estudiante: "Es, en realidad, el deber de mantenerse libres allí en donde se halla la más segura fortaleza de la libertad: la mente que duda e inquiere, reclamando hechos, razones y valores. Es una fortaleza segura, pero no inexpugnable y eso deben tenerlo presente los jóvenes. También llega ahí el asedio de la opresión, bajo la forma de frases hechas, de verdades a medias, de estímulos de las pasiones, de alegorías seductoras, en suma, de ideologías. Los jóvenes son particularmente proclives a rendirse ante ellas, porque se hallan por naturaleza -y en buena hora- dispuestos al entusiasmo, que es la exaltación del ánimo. Pero el ánimo exaltado, que ayuda a obrar, impide a menudo ver y pensar. Ojalá los jóvenes universitarios pudieran aprender el arte difícil de comprender primero y exaltarse después".
Vivir el presente
El corte de época que hace la edición permite conocer al Millas abierto a la sociedad, paciente con sus entrevistadores, cotidiano en su forma de pensar, entendiendo que los medios son una forma de acercarse a mucha gente que no hará lo mismo con los libros. Su trayectoria había comenzado de otro modo, con títulos específicos de la disciplina ("Idea de la individualidad", 1943; "Goethe y el espíritu de Fausto", 1948) el reconocimiento precoz del filósofo Enrique Molina, premios por sus ensayos, estudios y docencia en Estados Unidos, donde fue profesor visitante en la Universidad de Columbia, antes de volver a Chile en 1951.
Esa forma de conocimiento específico quedó en el aula cuando debió convertirse en pensador público para mantener la independencia de la academia. Lo explica el especialista en filosofía política Maximiliano Figueroa en el prólogo del libro: "Millas es radicalmente contemporáneo porque nos enseña a vivir en el presente y a reconocer que eso significa una exigencia de comprensión esclarecida y de responsabilidades que no se escamotean, sino que se identifican y ejercen en el concreto lapso de tiempo en el que transcurre nuestra vida. Por eso, su lección es que el pensar implica primero el valor de pensar, porque hacerlo auténticamente comporta un ejercicio de radical honestidad que termina comprometiendo nuestra conciencia y nuestra conducta".
El texto permite conocer al filósofo por anécdotas, que por su personalidad son fundamentales. Su colega Humberto Giannini lo recordaba así en la necrológica que hizo en el desaparecido semanario "Hoy": "Era diáfana su palabra, abierto y afable en el trato; todo esto lo más remoto del estilo oracular de Heráclito. Modesto por naturaleza, objetivo por vocación y disciplina, Jorge Millas era un ser a tal punto reservado que casi tocaba el misterio (...). Agréguese a su retraimiento consentido y tal vez amado por él, algo sobre lo que corrían mil afectuosas anécdotas: sus distracciones frecuentes".
Entre ellas se cuentan: caer a las alcantarillas por ir leyendo en la calle en su juventud, la particularidad de su crianza, con su madre fallecida y adaptándose a la educación y rigor masculino del Internado Nacional Barros Arana, parte de una promoción que compartió con notables escritores como Luis Oyarzún y Nicanor Parra, al que culpaba de su renuncia a la poesía; la sencillez de un hombre que no impactaba por presencia -con un terno gastado, los cigarros más baratos, moviéndose a pie-, sino por la forma de exponer sus ideas, que en los debates que agotaba a sus oponentes. "Aplicó cloroformo", decían, al verlo ejercitar la dialéctica en público.
Filosofía a domicilio
Elegido como el chileno "primer graneado", el de mayor prestigio intelectual, en una encuesta de "El Mercurio" en 1980, era una figura de consenso, que pese a ello terminó educando en filosofía en su casa, casi volviendo al origen de la enseñanza de la disciplina, un centro educativo con niveles en un vecindario residencial.
Las entrevistas permiten ver que Millas no se colocaba en ningún caso en un pedestal: "Yo tengo bastante en común con mis vecinos, siendo, como individuo, tan diferente a ellos. El placer y el dolor, y hasta la ignorancia final (en buenas cuentas, la condición humana esencial), nos liga a todos. Nos liga en diferentes grados, por supuesto. No a todos los amo, algunos me aburren, otros me irritan y hay los que me dan miedo".
En otro texto, del cronista Luis Sánchez Latorre, fue definido como "estudiante, maestro; maestro y estudiante siempre, hizo de las aulas universitarias su hogar". Yanko Gonzále, poeta, académico y director de Ediciones UACh, explica por qué se realizó este libro: "Como editorial buscábamos acercar de un modo divulgativo el 'pensamiento en acción' de Jorge Millas, lo que creemos se cristaliza vivamente a través de su marginalia. Así, este libro que recupera su obra fragmentada en entrevistas y algunos discursos inéditos o escasamente conocidos, retrata con eficacia su estatura e incidencia cultural y formativa en nuestro país".
Por las calles de Valdivia su legado aún se puede percibir, tanto en la universidad como en espacios de dispersión. González lo recuerda: "Millas estuvo en el proceso fundacional de la universidad, como profesor e instigador. Y aparte de ser autor del nombre de la Universidad Austral, su legado se ha mantenido de modos diversos. Uno de ellos es la memoria que se ha transmitido de generación en generación, particularmente por los que fueron sus estudiantes y colegas, que lo acompañaron en sus luchas por defender la universidad y repensarla. Y también quienes compartieron cotidianamente su larga y formativa tertulia que tenía en el antiguo Café Paula en Valdivia, la que ampliaba sus excepcionales cursos de filosofía más allá de las aulas".
el poeta y filósofo jorge millas fue uno de los fundadores de la universidad austral de chile.
"Irremediablemente filósofo. Entrevistas y discursos"
Jorge MIllas
Ediciones Universidad Austral 184 páginas
$12.000
Por Cristóbal Gaete
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