Imitemos esta sanción
Los chilenos nos hemos vuelto bastantes imitadores de las cosas norteamericanas. Mascamos shewingum, trocada en "Chicle", usamos pantalones vaqueros a reventar nalgas y escuchamos, sin entender, canciones que estremecen las niñas de Nueva York.
Aterrados por la ininterrumpida cadena de accidentes automovilísticos causados por la inconsciencia de los conductores ebrios, creemos que ha sonado ya, largamente, la hora de castigarlos, de manera ejemplar. Ni las recomendaciones de prudencia y tino ni las sanciones económicas, bastan. Los días de cárcel no asustan, nos inclinamos por el aumento de la pena.
¿Cuál es el nuevo aumento que podría resolvernos el sangriento problema de los accidentes de tránsito, provocado por borrachos?
En Washington, el juez Schwarz ha implantado una norma: demostrando que sus órdenes en calles y carreteras podrán aparecer vejatorios, pero en todo caso, menos dañino que recoger cadáveres hechos pedazos, por la imprudencia de los que manejan sus vehículos, influidos por varios Whiskies de más.
Este es el criterio impuesto por el juez: los ebrios detenidos por delitos de tránsito, junto con cancelar una multa de 500 dólares y de "reposar" 30 días en la cárcel, deberán adquirir y colocar en su automóvil, este letrero sancionador, impreso en rojo:
"ESTE VEHICULO, PERTENECE A UN SENTENCIADO POR CONDUCIR BORRACHO"
Los delitos mayores, con muertos y contusos, recibirán, como siempre, las máximas penas y la prohibición de tomar, por toda la vida, un volante de automóvil.
En Chile, resonante de música yanquis y golpes de flippers, deberíamos adoptar el criterio del juez Schwarz.
Los chilenos somos campeones mundiales en el arte de "hacer las cosas a lo compadre". En esto, entran en juego vidas que el país precisa para su avance. ¡Cuántas desparecen por la irresponsabilidad de los tozudos?
Se podría chilenizar el texto del letrero. Es una posibilidad no despreciable:
"ESTE "CACHARRO" LO CONDUCE UN "ROTO" BUENO PARA EL "PENCAZO": NO LO ACOMPAÑE A LA MORGUE".
Un tirón de orejas acompañado de una sonrisa, duele menos.
Andrés Sabella, 1981