Palos porque bogas y palos porque no bogas
"Por primera vez, se aprecia un serio y decidido interés, tendiente a evitar que el sector céntrico continúe deteriorándose". "Si uno ama lo que conoce, entonces hagamos propio cada rincón de Antofagasta. Habitemos con orgullo".
Antofagasta hasta la década del sesenta, era reconocida a nivel nacional como La Perla del Norte. Este rótulo, que reconocía el orden, la limpieza y el ambiente grato que transmitía la ciudad, sin duda que enorgullecía a toda la comunidad. Lamentablemente, el paso del tiempo fue transformando este agradable escenario. Basura por doquier, perros vagos, comercio ambulante desatado, ruidos molestos, barrio rojo, seudo cuidadores de autos y un sinnúmero de otros personajes que nada aportan en proyectar una ciudad amigable y ordenada, fueron invadiéndola, hasta transmutar aquella ya lejana preciada perla, en un lastimoso lunar urbano, en especial la zona céntrica.
Diversas autoridades han intentado, por variadas vías, solucionar algunos de los señalados problemas y muy poco han podido avanzar, debido a que se ha echado mano a alternativas consensuadas con algunos participantes, como los ambulantes, pero nunca se ha llegado a soluciones que beneficien a toda la comunidad.
Recientemente el Consejo Municipal aprobó una ordenanza, presentada por la alcaldesa, tendiente a regular el uso de los espacios públicos de la ciudad, limitando el desarrollo de ciertas actividades informales.
Esta disposición, contiene una serie de situaciones que han originado una polémica transversal. Se discute, entre otros tópicos, si algunas de sus disposiciones son de jurisdicción municipal; que las multas a los indigentes serían letra muerta; etc. Incluso se presentó un recurso de protección, que fue rechazado por la Corte de Apelaciones.
Independiente, del resultado final de la controversia, estimo que el solo intento de legislar en el tema en comento, que pretende erradicar una serie de actividades que han sido permanentemente discutidas por la comunidad, merece, a mi entender, un amplio reconocimiento, ya que, por primera vez, en mucho tiempo, se aprecia un serio, claro y decidido interés, tendiente a evitar que el sector céntrico continúe deteriorándose. Me atrevo a calificar la intención municipal, como un verdadero hito, dentro de lo que se espera de una gestión comunal eficiente y sintonizada con la mayoría ciudadana.
Según lo informado, habrá 35 inspectores, para hacer cumplir lo que exige la polémica ordenanza. A este cuerpo controlador yo le agregaría una labor extra: hacerle frente a la anarquía que presenta la ciudad con el estacionamiento vehicular. Estoy convencido que este verdadero abuso, que afecta a peatones y conductores por igual, representa la más significativa invasión del espacio público, precisamente el objetivo que pretende atacar la señalada ordenanza.
Decálogo para la transformación
Cuando proyectamos nuestros deseos de construir una mejor ciudad, en nuestras mentes -y con justa razón- aparecen espontáneamente imágenes de parques, ciclovías, áreas verdes, borde costero, espacios culturales y patrimoniales, accesibilidad universal entre otros. Con regularidad tendemos a pensar que transformar los desafíos en oportunidades depende de la capacidad de las ciudades, cuál ente autónomo capaz de generar empleos, atraer y formar trabajadores calificados y hasta decidir la forma de vida de sus habitantes.
Ejemplo de ciudades inteligentes hay diversos, cada uno con su propio estilo. Ahora bien, si todo eso fuera posible y nuestra ciudad gozara de todo aquello que soñamos, ¿el objetivo estaría resuelto? Probablemente no.
Contar con infraestructura mínima que permita desarrollarnos en plenitud, es una condición primordial e higiénica y claro está, hay quienes se dedican a enfrentar esta tarea, sin embargo "construir ciudad", no sólo implica un proceso de edificación, es también un asunto de mística.
Entonces, ¿por dónde empezamos? Sugiero iniciar con acciones simples y concretas, pero lo suficientemente relevantes como para iniciar el camino de transformación que queremos:
1.- Apréndase los nombres de las calles de Antofagasta, al menos las céntricas, así cuando un turista le pregunte por algún dato, usted podrá guiarlo sin vacilaciones.
2.- Conozca y memorice tres lugares atractivos de la ciudad, es una buena manera de promover nuestras bellezas.
3.- Apréndase un poema de Andrés Sabella, puede ser un buen tema de conversación. Empiece por algo breve. "Los Volantines", es perfecto.
4.- Asista al Estadio Calvo y Bascuñán al menos una vez al año y anime al CDA. El equipo se lo agradecerá. Si tiene hijos menores de 10 años esto se convierte en un deber.
5.- Salga a correr o caminar por el borde costero y déjese sorprender. Si prefiere subir los cerros tanto mejor. La vista desde altura lo deslumbrará.
6.- Investigue el significado de la palabra Antofagasta.
7.- Cuéntele a un extranjero una historia de un lugar emblemático de la ciudad.
8.- Conozca al menos tres especies marinas presentes en nuestro litoral.
9.- Prepare un plato típico de la zona e invite a sus amigos a comer. Si es frente a la playa mucho mejor. Esto último sí, y solo sí, lleva consigo todo lo que trajo.
10.-Invente su propio decálogo de acciones transformadoras y compártala. Muchos querrán acompañarlos en este viaje.
Si uno ama lo que conoce, entonces hagamos propio cada rincón de Antofagasta. Habitemos con orgullo cada uno de sus barrios, plazas, playas, canchas y quebradas. Sacudámonos la actitud pesimista.
Las palabras inspiran, pero los ejemplos movilizan, activan, transforman; es el momento de dar más y nuevos ejemplos para multiplicar el resultado. Si hacemos esto, se dará la sostenibilidad del medio ambiente urbano de manera natural. Construir ciudad es una acción que debe reunirnos, congregarnos y contar con la participación de todos, es decir, todos y yo quiero ser parte. Entonces, ¿cuáles son las calles que rodean la Plaza Colón?
José Antonio Díaz
Director ejecutivo de Fundación Minera Escondida
Carlos Tarragó
Presidente de Corporación Proa Antofagasta