Luego de la segunda vuelta, apareció con fuerza la necesidad de que la política se conecte con la ciudadanía, y sobre todo con lo que pasa en las regiones. La política se concentra en Santiago, y algo en Valparaíso, porque ahí está el Congreso. Quienes toman las decisiones -las leyes, el presupuesto, las prioridades políticas- parecieran olvidar las diferentes realidades locales del país, desde su extremo norte hasta el sur. Los problemas no son los mismos en Antofagasta que en La Araucanía, y requieren herramientas y soluciones diferentes.

¿Es mucho pedir?

A ratos, pareciera que sí. La segunda vuelta estuvo marcada más por los arrebatos de uno y otro candidato, y se vieron ajenos a toda sutileza a la hora de hacer propuestas al país. Recién en el debate de Anatel -el último de la campaña- se vio un poco más de discusión seria. Sólo ahí Piñera mostró su manejo de cifras de la realidad del país, pero un buen manejo de números no equivale a incorporar ideas sobre el trabajo con las regiones a la política, lo que llama la atención porque Piñera tiene un buen programa de descentralización. De Guillier, senador por esta región, poco y nada. Su falta de definición es la misma que lo hizo perder en 13 de las 15 regiones del país, incluyendo aquella que representa.

La política con raíz intelectual añade un sano equilibrio a esa ecuación. El diálogo con altura de miras y la propuesta que surge de éste impactan en una mejor política, una opción positiva por una ciudadanía consciente. A ratos pareciera que los políticos nos asumen como tontos, mientras Chile se merece justo lo contrario: miradas de país, proyectos de futuro, ideas de sociedad y de revitalización del oficio político.

Se requieren políticos que comprendan la importancia de detenerse a pensar el futuro del país, de sus diferentes realidades locales, aunque pensar parezca una ocupación añeja y reservada para centros de estudios.

Tanto derecha como izquierda dejaron hace rato una actividad que debiera ser central en la política. Se ven lejos los años en que hubiera un Jaime Guzmán o un Ricardo Lagos activos, ejemplos de dirigentes que pudieron comprender la realidad desde un prisma intelectual más allá de los esloganes.

El proceso que vive el país, a raíz de los problemas que trae la modernización, se manifiesta de distintas formas a lo largo y ancho del territorio nacional. Y para dar conducción y sentido a este camino -que tiene incomodidades, dolores, como todo proceso de nacimiento de algo nuevo- necesitamos con urgencia líderes más preparados en ese tipo de respuestas que los que hay ahora.

Captar una realidad compleja y cambiante requiere herramientas conceptuales sofisticadas, más sofisticadas, al menos, que las actuales. Pero también necesita de políticos que, desde la solidez intelectual, se aboquen a la acción.

Rodrigo Pérez de Arce

Coordinador de Cultura, Fundación para el Progreso

Cuando uno observa las obras públicas y conoce de qué manera mejoran y favorecen la calidad de vida de nuestros vecinos, no se puede esconder el orgullo por la construcción de los hospitales de Antofagasta y Calama, por las nuevas viviendas de Taltal, Calama, Sierra Gorda, Mejillones y Antofagasta. Lo mismo ocurre con los liceos, escuelas, salas cunas y jardines infantiles.

Sin embargo, lo que no es tangible, lo que no se mide por metros cuadrados construidos, también es un hermoso sello de este Gobierno y se manifiesta en la equidad, lo social y humano. En ese ámbito, no puedo ocultar mi satisfacción por el desarrollo del Programa Nacional de Tenencia Responsable de Animales de Compañía -meta N° 27 del programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet- en la Región de Antofagasta.

En esta poco difundida iniciativa hemos superado la cantidad de 5.700 esterilizaciones y la cobertura del 100 por ciento en las comunas. Se estableció con el propósito de generar distintas acciones y medidas para promover la tenencia responsable de animales de compañía (perros y gatos) mediante tres componentes rectores: salud, educación y participación ciudadana.

Una de sus principales metas es la realización de 650.000 esterilizaciones a nivel nacional. Se trata de una sentida aspiración de las agrupaciones animalistas acogidas en los permanentes encuentros vecinales.

Damos a conocer a la ciudadanía, especialmente a los amantes de los animales, que en nuestra región los municipios de Antofagasta, Tocopilla y Ollagüe realizarán 5.000, 700 y 75 esterilizaciones con sus respectivos registros, por un monto de $140.518.675, financiado por la Subsecretaria Regional de Desarrollo Regional (Subdere).

La buena noticia también llegó a Ollague, municipio que nos faltaba con la incorporación del programa, por la poca población canina y felina de la comuna aislada, pero ahora ya se cumplió el 100% de cobertura.

La comunidad está aprovechando estas instancias, que son gratuitas. Cuando se realizan, se organizan, difunden, se inscriben y participan activamente en los operativos.

A la fecha en la región estos operativos se han realizado en Taltal, María Elena, Sierra Gorda, Tocopilla, San Pedro de Atacama, Mejillones y Calama, en este último se encuentra en ejecución hasta fines de mes. El programa ya cierra con éxito, pero esperamos reabrirlo en febrero o marzo del 2018 con más esterilizaciones de animales de compañía porque la idea es seguir aportando a mejorar la calidad de vida en nuestra región.

Arturo Molina Henríquez

Intendente Región de Antofagasta

La desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres sigue siendo una penosa característica de nuestro país y, lo que debe preocuparnos más, de la Región de Antofagasta.

Según los datos arrojados por el Informe Estadístico de Género e Ingresos 2016, elaborado por el INE, entre 2010 y 2016 las mujeres siempre percibieron menores ingresos mensuales que los hombres, con diferencias máximas en 2011 de 34,5%. En 2016 -agrega el INE- la situación no fue demasiado distinta, y la brecha a favor de los hombres se situó en 31,7%, es decir, mientras el ingreso medio de los hombres llegó a $601.311, el de las mujeres fue de $410.486. Ahora, por regiones, Antofagasta fue el año pasado la primera en desigualdad. En esta región, las mujeres percibieron sueldos 37,6% inferiores al de los hombres, o sea, mientras ellas percibieron sueltos medios de $482.639, ellos ganaron $773.906 mensuales. Luego vino Atacama, con una diferencia de 36,8% (366.482 versus $580.207) y la Región Metropolitana, con una brecha de 35,8% a favor de los hombres ($452.035 versus $703.667). En el otro extremo se situó la Región de Magallanes, con una brecha de 20% ($627.914 versus $787.183).

Los datos son elocuentes. Por ejemplo, para que una mujer gane lo mismo que un hombre en Antofagasta, debería trabajar 99,2 días adicionales en el año, lo que proyectado en una vida laboral de 35 años, supone 3.472 días para igualar los montos de jubilación de un hombre.

Los datos del INE entonces muestran una desigualdad brutal, que no sólo afecta a las mujeres individualmente, sino a miles de familias donde el sustento económico lo proporciona la jefa del hogar.

Las causas de esta desigualdad son varias. Una legislación que si bien se modernizó (desde 2009 existe en Chile una ley de equidad salarial) aún deja amplios flancos abiertos para la injusticia, sindicatos débiles que no han puesto el tema entre sus prioridades, falta de fiscalización y difusión de derechos, y culturas organizacionales anquilosadas que no permiten cambios, influyen en que el problema persista. El tema no debe ser tomado a la ligera, las mujeres están más que nunca presentes en todos los ámbitos de la vida nacional y es de justicia que sea en condiciones de igual.