EL GRAN SHOWMAN
Periodista,escritor y
académico UA
En clave de musical, este filme narra la historia de Phineas Taylor Barnum, famoso por crear un famosísimo circo donde congregó a todos los denominados fenómenos de la naturaleza, a mediados del siglo XIX, que además es un modelo de emprendedor. Hijo de sastre, siempre postergado, a pesar de sus limitaciones económicas, se las ingenió para ir ascendiendo, alcanzando posiciones con una ambición digna del espectáculo que creó.
En lo personal, P.T. Barnum estuvo enamorado desde pequeño de Charity (Michelle Williams) y gran parte de su existencia fue un trabajo arduo por conquistarla y así ascender socialmente. Y de esto trata este musical que tiene al famoso actor Hugh Jackman y Zac Efron, como protagonistas.
Esta película está construida por un exceso de buenas intenciones, llena de lugares comunes y frases cursis que, si no las contextualizamos de manera adecuada, pueden resultar sencillamente nefastas. Esto no se puede negar y es el lastre que tiene este filme que se salva en el aspecto visual (brillante) y que encandila en muchos momentos con sus coreografías, su música y su arrebato escenográfico.
En 'El gran showman' se cuenta, precisamente, cómo Barnum logró formar un circo que fue clave en el espectáculo de la época, destacando la manera en que se atrevió a efectuar un casting en que sin temor al rechazo, solicitaba personas que fueran 'curiosidades', logrando convencer a enanos, mujeres barbudas o siamesas para que se integraran a su empresa.
Otro lastre que arrastra la película es la historia algo forzada entre el joven millonario (Zac Efron) y la acróbata negra (Zendaya), sobre todo porque cae en los típicos clichés del hijo díscolo que se enfrenta a sus padres, quienes se oponen al romance y amenazan con desheredarlo, tema que no resuelve de manera adecuada en la película y que, en verdad, se desdibuja durante el transcurso.
En el aspecto técnico -y pese a la espectacularidad- en este filme hay algo de excesiva artificialidad, en especial en las acrobacias. Donde sí hay aplausos es en el plano musical, porque la película cuenta con buenas canciones (gracias al talento ya demostrado en la brillante 'La La Land' por los músicos Beni Pasek y Justin Paul) que, de seguro, estarán nominadas al Óscar.
Esta película, opera prima de Michael Gracey, cuenta con momentos notables -los primeros instantes con la luna que ilumina a los personajes en una terraza donde hasta las sábanas colgadas danzan al ton de la música-, hallazgos brillantes -el empleo de las letras de las canciones para subrayar lo que les acontece a los personajes- y otras secuencias flojas y obvias que desmerecen en el conjunto.
Lo que sí resulta difícil de entender es que se haya elegido el formato de musical, un género que cada cierto tiempo es declarado como muerto y al mismo tiempo resurge con fuerza impresionante, prueba de ella fue el glamoroso éxito de la premiada 'La La Land', que el año pasado alcanzó el apoyo crítico en forma unánime y el reencantamiento de los espectadores.
Esto, porque no siempre convence el quiebre de la historia con canciones y coreografías, sobre todo porque el tema de los artistas circenses -la mujer barbuda, el enano, el gigante, el hombre lleno de pelos, la trapecista y suma y sigue- no logran identidad mayor, quedando relegados a meras comparsas en un filme donde lo que más importa es el sentido espectacular de la puesta en escena, donde la cámara se regodea con tomas y ángulos que tratan de sacar el mayor provecho del show montado.
"El gran showman" es, parafraseando, un gran espectáculo con todos los alcances y límites que esto implica.
Víctor Bórquez N.