La Agencia de Calidad de la Educación recientemente dio a conocer los resultados del Estudio Internacional de Progreso en Competencia Lectura (Pirls), según el cual cuatro de cada diez niños chilenos de cuarto básico no entiende lo que lee. La cifra es mala e inquietante, por cuanto implica que los niños presentan problemas serios problemas para comunicarse.
Estadísticas anteriores habían representado la baja capacidad de comprensión lectora general, por lo que estamos frente a un escenario que es preciso mirar más ampliamente, ya que nuestra población -en general- lee mal, escribe dificultosamente y se le hace difícil comprender y retener ideas. En consecuencia, esas personas no serán capaces de captar, por ejemplo, las instrucciones que se les den, los beneficios que pueden obtener en campañas sociales, defender sus derechos o exponer sus propuestas en espacios de participación ciudadana.
Una de las hipótesis es que la tecnología podría influir negativamente en las habilidades de lectura y escritura de los niños y jóvenes, que ahora tienen mayor acceso a los nuevos dispositivos. Si bien las tecnologías desarrollan la capacidad de buscar información y comunicarse, dejan de lado otras que son propias de la lectura y escritura, como inferir, interpretar y argumentar. Y es que saber leer bien, que es saber interpretar y entender lo que se lee, es vital para tareas tan cotidianas, e incluso para escribir y expresarse adecuadamente.
El fenómeno es más complejo, considerando que tiene impactos en la vida futura de las personas y el propio país.
Este es un problema que redunda en la baja productividad y eficiencia de los trabajadores. En general, se señala que existe un analfabetismo funcional en la población de entre 15 y 65 años, que impide que las personas puedan manejar y procesar datos básicos para la vida diaria, que van desde entender instrucciones hasta lectura en general. En otras palabras, esta condición niega un abanico de perspectivas de desarrollo e información personal útil.
La educación es mucho más que gratuidad, el verdadero desafío está en la calidad de la misma.