Esperando a Jonás con un lápiz
La mexicana Brenda Lozano reeditó "Cuaderno ideal", un libro que escribió en cuadernos chicos. Es la historia de una mujer que, mientras espera el regreso de un hombre, anota los deseos de otros.
Es un consejo común -pero poco practicado- el de anotar las cosas que nos suceden. Aunque, como muchos consejos, carezca de razones, la virtud de anotar lo vivido (y, sobre todo, de anotar lo que sucede mientras se espera algo), tiene muchas variantes, pero la menos evidente es la que nos permite olvidar que estamos esperando, porque lo que hacemos, en realidad, es escribir y no esperar que algo suceda.
Algo parecido ocurre en "Cuaderno Ideal", un libro que la escritora mexicana Brenda Lozano (elegida por el Hay Festival como una de las mejores escritoras de ficción jóvenes de América Latina) publicó el año 2014+ y que acaba de ser reeditado por Alfaguara. En él, la protagonista, mientras espera el regreso de un hombre, Jonás, compra varios cuadernos de una marca mexicana en desuso, casi inencontrables -llamada Ideal-, y en ellos anota todo: sueños, recuerdos, historias de otras personas, deseos. Por sobre todo, el deseo de Jonás. Pero esa espera, en algún momento, funciona como excusa para expresar el cambio que vive la narradora durante todo el tiempo que pasó anotando.
-¿Tienes algún recuerdo de los primeros cuadernos que usaste?
-En casa de mis abuelos había un montón de cosas de los setenta, adornos, electrodomésticos, un teclado horroroso, libros, colecciones de la Reader's Digest y National Geographic. Por ejemplo, me acuerdo mucho de los tuppers (cafés, amarillos y color crema) que tenían para guardar las sobras en el refrigerador. Los habían lavado y usado tantas veces que los tuppers transparentes que había en mi casa me parecían aburridos. Incluso los productos que compraban también eran de otra época. Ir a casa de mis abuelos era también ir a los setenta y me fascinaba encontrar cosas. Al lado del teléfono, a inicios de los noventas, tenían algunas libretas de los setentas para anotar recados y hacer garabatos cuando alguien hablaba por teléfono. Hace poco encontré en una caja algunos cuentos que escribí cuando niña en esas hojas setenteras para recados telefónicos.
-¿Y tus libros los has escrito en cuadernos?
-Escribí "Todo nada", mi primera novela, en hojas sueltas. A los 25 años, cuando empecé, en una lucha contra la procastinación, decidí escribir a mano y no en computadora, porque en parte me distraía y en parte por una idea sencilla y romántica de que a diferencia de las otras artes, la literatura se puede hacer con unos pesos. Así que una tarde compré un paquete de 500 hojas bond, compré unos lápices y una goma, y me puse a la tarea de escribir con algunas condiciones, como no investigar (acababa de terminar la carrera de Literatura y tenía muchos tics que no quería que pasaran al manuscrito) y buscaba pasármela bien (sufría mucho intentado poemas cuando adolescente). De modo que hacer lo que quería no costaba más que tres, cuatro cocacolas. "Cuaderno ideal" lo escribí en cuadernos chicos y "Cómo piensan las piedras", mi libro de cuentos, lo escribí en cuadernos grandes.
-En "Cuaderno ideal" repites la idea de la importancia de lo inútil. ¿Qué te interesaba contar de eso?
-Hoy se espera que gastes dinero en cualquier lugar al que vayas (casi digo que menos en las iglesias, pero las bibliotecas son mejor ejemplo). La utilidad, la eficiencia y la velocidad es algo que preocupa a la economía. Pero lo que no entra en ese sistema gravitacional, así como la cantidad de cosas setenteras que había en casa de mis abuelos, me parece interesante. Son como independientes del presente, viven otra realidad. Por ejemplo, los teléfonos públicos que en la Ciudad de México todavía abundan tal vez sirven a un borracho para orinar o a algún peatón para deslizar basura casualmente. Vivimos un tiempo en que hacemos filas de días para comprar el iPhone más reciente y un influencer puede ganar cantidades de dinero por subir un post en Instagram. Creo que lo inútil tiene algo anarquista en este presente, lo que es casi independiente de la realidad tiene ese carisma.
-Hay una parte del libro en que alguien comenta que leer es un descanso. Leer, o escribir, ¿es una forma de entretenerse o descansar?
-Sí y no, porque hacer algo que te gusta de algún modo es un descanso de lo que ocurre alrededor, no gira en torno al dinero o la celebridad, pero no es un descanso como una vacación ni uno se pasea como un turista que se viste con las combinaciones aleatorias que le da la maleta. Escribir también es disciplina y trabajo duro.
-En el libro alguien dice que hay novelas mexicanas que se escribían escuchando ronroneos mientras en otro lado se oían balazos. ¿Qué tan cierta es esa crítica en el México actual?
-México siempre está a punto de colapsar, algo está a punto de explotar y sin embargo sigue de pie. Esa sensación me da vivir allí. 2017 fue el año más violento en las últimas dos décadas, aún en el gobierno de Peña Nieto, con un saldo de más de 22 mil asesinatos. De los 12 femicidios (diarios) que hay en Latinoamérica, 7 ocurren en México. En esas dos cifras se condensan algunos de los grandes problemas en mi país, y quizás la desigualdad sea lo que cruza todos y cada uno. En un contexto así, todos nos preguntamos por nuestro lugar en la cultura.
-¿Y cómo crees que tu novela lidia con ese asunto?
-Aparece de una forma anecdótica, porque la protagonista se lo pregunta. Hace poco publiqué mi libro de cuentos "Cómo piensan las piedras". Pude experimentar esta preocupación de otra forma al escribir estos cuentos. Creo que la realidad, por horrorosa que sea, puede abordarse desde distintos ángulos, no necesariamente desde lo anecdótico.
-Algunas de las anotaciones del libro son sueños. ¿Hay algo en ellos que te interese mostrar?
-Los sueños tienen mensajes encriptados. Me llaman la atención los sueños de bajo presupuesto, por ejemplo, los que ocurren en mensajes de WhatsApp, en el espacio de un Seven Eleven o en una llamada (por Skype, claro, porque es más barato). Me parece que es más sencillo interpretar los de gran presupuesto, las grandes producciones en las que la casa en realidad es otra casa pero más grande, la familia es la misma pero ligeramente distinta, hay extras, efectos especiales.
-¿Hay alguna relación entre el Jonás de tu novela y el de la Biblia?
-Escogí el nombre por el Jonás bíblico. La idea de que lo tragara una ballena y ahí estuviera un tiempo me parecía una metáfora que podía ser ese periodo de transición en el que vives encapsulado en el pasado o en el dolor de una pérdida. Ese nombre es como una ballena fantasma que sumerge al personaje en ese mar de espera.
la mexicana brenda lozano escribió su primera novela en hojas sueltas.
"Cuaderno ideal"
Brenda Lozano
Editorial Alfaguara 232 páginas
$10.000
Por Cristóbal Carrasco
ana hop