"Rumbo Indeciso": 88 años
Durante 50 años, he vivido escribiendo sin concederme reposo en la tarea. Cumplo ahora medio siglo de escritor y la voluntad y la esperanza de mi lejano compromiso continúan con iguales bríos.
Me pregunté al publicar "Rumbo Indeciso", en 1930, para qué y para quiénes escribo: escribo para que los hombres tengan en mí un aliado en su batalla por alcanzar la plenitud, gozando las alegrías de una existencia en paz y en abundancias.
Sin desalientos, alentándola con esa conciencia de servicio, no soy sino un obrero de las palabras. Trabajó con ellas en la construcción del "mundo mejor" que soñamos tantos desvelados de humanidad, aguardando el nacimiento de un hombre humano sobre una tierra liberada de cuanto la oscurezca.
Pienso en el joven de 1930, cuando Antofagasta y comenzaba a soñar distintas alturas de espíritu y muchachos de frente soñadora juraban su fidelidad a las causas de la poesía. Pienso en Eduardo Ventura López, a quien debo la decisión de iniciar la carrera literaria; en Juan Abud, Orlando Cáceres, René Vidal, Luis Fuster Morris, Rodó Vidal, dispuestos a morir al pie de las musas.
Soy un obrero de las palabras. ¡Noble y duro quehacer el vivirlas, cada día, en el papel de escritor! Amo mis reinas y de todas, amo, en preferencia del fuego, las palabras esenciales del ser humano: paz y justicia, poesía y libertad. Durante 50 años, fueron mis rumbos. Seguirán conduciéndome adelante, porque, un día de venturas, los hombres, sonreirán al "sorbo de dulzura" que nos aconsejó buscar nuestra Gabriela.
No hablemos en nostalgia. Hablemos en porvenir. Detrás quedan las huellas. Al frente, se traza un mañana. Hacia su claridad avanzamos los escritores chilenos, los escritores del mundo, porque esta hora nuestra es exigente de coraje y de obras.
¡Cincuenta años escribiendo, Dios mío! Trabajando como lo ensoñé, para que el trigo quepa en todas las miradas y los pies tropiecen con alegría. Calló, agradecido, para continuar la faena de hermanar a los hombres y henchir de dones la tierra de todos.
Nota: El título es una licencia.
Andrés Sabella, 1980