Campamento concentra ya el 15% de los habitantes de Mejillones
CONVIVENCIA. Se llama Villa El Esfuerzo y nació en 2008, pero hace tres años comenzó un crecimiento exponencial debido a la migración. Hoy alberga a 500 familias, alrededor de 2 mil personas, de cinco naciones.
En el sector oriente de Mejillones, donde hasta hace 10 años solo existían terrenos eriazos frente a los complejos industriales, ahora existe una joven villa en constante crecimiento. La dureza de vivir sin conexión a los servicios básicos, sobre una tierra árida y con altas temperaturas, forjaron su nombre: Villa El Esfuerzo.
Este es el único campamento que hay en Mejillones, pero es tan grande que actualmente el 15% de la población de la comuna vive ahí.
El campamento nació en 2008 y sus primeros ocupantes fueron chilenos. Con el transcurso de los años se unieron familias peruanas y bolivianas, mientras que algunos chilenos abandonaron el lugar gracias a que recibieron soluciones habitacionales.
De hecho, en julio de 2013, el Presidente Sebastián Piñera (en su primera investidura), visitó Mejillones para entregar 440 departamentos sociales. Dentro de los beneficiados, había personas que vivían desde el 2008 en Villa El Esfuerzo.
Pero desde 2015 el lugar volvió a crecer, pero a niveles mucho más altos de lo que se había visto en años anteriores, debido a la masiva llegada de familias colombianas.
Una miniciudad
Actualmente en el interior de El Esfuerzo hay almacenes, plazas, iluminación (artesanal), juegos infantiles, juntas vecinales y las calles tienen nombres de diferentes países (Chile, Perú, España, etc.), los cuales fueron puestos por los mismos habitantes.
Según un catastro de Techo Chile, a septiembre de 2017, ya vivían ahí 500 familias, que se traduciría en 2 mil personas.
Como en Mejillones habitan según el Censo 2017, 13.467 personas, Villa El Esfuerzo concentra al 15% de los habitantes de la comuna.
"No nos quejamos porque sabemos que no tenemos ese derecho. Nadie nos invitó. Por eso nos las arreglamos con lo que podemos. Muchos aquí construyeron sus propias torres cisternas para el agua. Y yo, como mucho de mis vecinos, estamos 'colgados' a la luz", cuenta uno de los vecinos, de nacionalidad colombiana.
Educación
Frente al campamento, por avenida Serrano, se emplaza el Liceo Juan José Latorre, el único establecimiento que tiene enseñanza media en Mejillones. De su matrícula de 1.130 alumnos, 408 son extranjeros, y la mayoría de ellos vive en Villa El Esfuerzo.
El director del Liceo, Marcial Segovia Espinosa, cuenta que "hasta el año pasado teníamos unos 250 y ahora llegamos a más de 400 alumnos extranjeros. Con muchos de ellos estamos trabajando para sacar su IPE (Identificación Provisoria Escolar). Pero son chicos muy respetuosos y apegados a las reglas".
También dice que muchos de ellos llegaron con una escolaridad muy precaria, por lo cual deben enseñarles desde el principio reglas básicas como leer y escribir.
"Ocurre que son de lugares aislados o montañosos, como La Sierra, por ende no tenían mayor formación cuando llegaron. Hay chicos de 20 años en cuarto medio, pero avanzan bien", asegura el docente.
Los jóvenes solo deben atravesar la avenida Serrano para llegar hasta la escuela, pues el campamento queda a un costado de las viviendas, las cuales también colindan con el barrio industrial de la comuna.
Rutina
A las 5 de la mañana comienza el movimiento en el campamento. A esa hora Rosalía Caicedo, en plena intemperie, enciende una fogata en una improvisada cocina hecha con bloques, pone a calentar aceite en un bol de acero y prepara sopaipillas y arepas, las que vende a $200 y $500.
"Mis principales clientes son los vecinos que a esa hora salen a sus trabajos. La mayoría sé que están empleados en las plantas eléctricas que están abajo (en la costa) porque los vienen a buscar en camionetas. Aquí me quedo vendiendo hasta mediodía", cuenta la mujer.
Rosalía llegó hace un año, desde el Valle del Cauca, directamente hasta Mejillones, según cuenta ella, desplazada de su tierra por bandas narcotraficantes que amenazaron su vida, y la de sus hijos.
Agua
En un comienzo los pobladores de un sector del campamento bautizado por ellos mismos como "Villa Internacional", compraban el agua a camiones aljibes, los cuales llenaban por medio de mangueras los enormes tambores que éstos predisponían fuera de sus viviendas.
Pero el agua era salobre por lo que los mismos habitantes comenzaron a dejar de comprar a los camiones y optaron por obtener el recurso envasado.
Esto a generado que la venta de agua se transformase en un buen negocio al interior de Villa El Esfuerzo, ya que los bidones son vendidos desde $2 mil hasta los $5 mil. Además, muchas viviendas tienen en sus puertas escrito: "Se vende agua", marcado con tizas.
No es raro ver que por las estrechas calles del campamento circulen frecuentemente camiones con frigoríficos en sus ramplas, repletos de carne, pollo y agua.
¿El objetivo? abastecer los múltiples "mini supermercados" que hay en el lugar, los cuales comenzaron vendiendo tímidas paletas de agua, pero ahora son pequeñas tiendas de abarrotes.
"La gente viene a comprar aquí porque antes debía ir a la ciudad para conseguir algún producto básico, lo cual igual demandaba mucho tiempo. Estos locales no ayuda mucho, al menos a las dueñas de casa", cuenta Ignacia, vecina del sector.
La mayoría de estos locales no tienen nombre, solo letreros con los precios de sus mercaderías.
Dicen que primero fueron los chilenos, después llegaron en conjunto peruanos y bolivianos, hace algunos años comenzaron a llegar los colombianos y ahora, unos pocos venezolanos.
El tesorero del comité de vivienda Villa Internacional, Klein Jesús Suárez, explica que ellos (bolivianos) fueron de los primeros en llegar hasta el sector. De ahí, comenzó una expansión sin precedente liderada, principalmente, por colombianos.
De hecho, hasta el año pasado, los colombianos tenían una junta directiva, la cual se disolvió y de ahí en adelante, se mantienen sin una organización fija dentro del sector.
"Tuvimos un representante, pero por varios motivos el dejó de serlo. Ahora cada quien vive su vida, sin necesidad de tener que meterse con el otro. Quien tenga un problema, lo resuelve por su cuenta. Al menos aquí vivimos tranquilos y sin mayores preocupaciones", dijo el ciudadano colombiano Carlos Augusto Ortiz.
Seguridad
El alcalde de Mejillones, Sergio Vega, en entrevista con este medio hace una semana, manifestó su preocupación por el crecimiento del campamentos, y el impacto que éste podría tener en la seguridad de la comuna. No obstante, vecinos aledaños al lugar, cuentan que, aparte de la música y las fiestas, no han tenido mayor problema con los pobladores.
"Al menos, aquí no se han presentado dramas. Nada de robos ni hurtos. También sé que otros vecinos comparten esa percepción", cuenta Marcial Segovia, director del liceo que se ubica frente al campamento.
Desde la Tenencia de Mejillones explicaron que aunque la percepción de inseguridad ha aumentado, los delitos no han crecido y solo se han registrado casos puntuales de denuncias por violencia intrafamiliar o ruidos molestos.
Marcial, Segovia,, director
Liceo"
"Todos los alumnos extranjeros que vienen aquí son buenos estudiantes, y el campamento no nos trae problemas"."
Wellington,, Valencia,, trabajador"
"Aquí cada quien se las arregla. Yo soy eléctrico y tengo experiencia arreglando aparatos electrónicos"."
500 familias viven actualmente en el campamento, según el último catastro (septiembre de 2017) de Techo Chile. Por lo anterior, se calcula que tiene 2 mil habitantes.
408 estudiantes extranjeros asisten al liceo Juan José Latorre, el cual tiene una matrícula de sobre 1.100 alumnos. El director cuenta que la mayoría de este segmento proviene del campamento.
2008 se estima que comenzó el poblamiento del lugar, el cual solo se conocía por ser un barrio industrial, con zonas amuralladas donde había, en su mayoría, maestranzas.