A Nilso Vega Muñoz. Teatrero Eterno
Amigo, hace poco estabas entre nosotros, respirando el polvo adorado que inunda la atmósfera de nuestro querido Teatro Pedro de la Barra. Aún queda en mi alma tu figura de hombre de teatro recorriendo el lugar en busca de alguno de nosotros para saludarlo y entregarle tu generosidad ofreciendo un saludo cariñoso, para alentar y alegrar la jornada de trabajo. Patente está tu imagen llegando en la mañana. Se siente tu presencia de compañero afable, noble y querendón. Todavía se percibe tu aura, tu mirada sincera de hombre sencillo y sensible. Se escucha tu voz, tu risa, tu manera tan propia de nombrar las cosas al dar un consejo, trasmitir un conocimiento u ofrecer tu fuerza física para trasladar cualquier artefacto necesario en el escenario. También se siente tu firmeza con que defendías tus derechos y el respeto merecido al oficio que ejercías como sabio maestro.
¿Recuerdas, Nilso, cuándo llegó Pedro de la Barra? Trabajabas en la parte de cine. Mirabas los ensayos... Pedro te incentivó a que aprendieras algo más. Te hiciste cargo de la iluminación del Teatro, después del sonido, de la escenografía y así, seguiste perfeccionándote, sin parar, asombrándonos en cada función.
Recuerdo tus bromas tus enojos, nuestras conversaciones triviales y profesionales. Nilso, compañero, artista, amigo, te fuiste con el alma tranquila y plena de satisfacción por haber cumplido generosamente con tu familia, tus amigos y todos los teatreros que recibimos tu apoyo. Ten por seguro que estarás siempre en este mundo, porque cada uno de nosotros te mantendrá vivo en nuestras almas de artistas.
Nunca olvides tu promesa que me hiciste. Donde estés y en el taller sideral que seguro has encontrado, hazme esa corona de lata que algún día ornará mi última morada.
Hasta pronto, Nilso, obrero del arte, maestro teatral. Un abrazo sincero con la esperanza de encontrarte algún día, entre bambalinas, en cualquier espacio imaginario de la creación.
Andrés Sabella
Ángel Lattus Vodanovic