Todas las creencias ponen sus ojos hacia "ver a Dios", relacionarse con Él, que nos auxilie cuando la tierra y el mar se nos enemistan. Las creencias, sin embargo, son sólo cristales de variados colores Finalmente Dios "queda institucionalizado", circunscrito a las normas de los fundadores y de sus seguidores.
En palabras del Papa Francisco: "¿Habremos secuestrado a Jesús, a su Evangelio? Al referirse a lo más genuino de Él: "ama a Dios y al prójimo como a ti mismo".
En los profundos y complejos cambios de paradigmas que nos envuelven nos vemos en una intemperie desértica de valores: "¿Qué puedo pensar, qué puedo hacer, qué debo esperar?" se preguntaba I. Kant en su siglo antepasado.
Los liderazgos sociales, religiosos, políticos que se desploman como tsunamis en las redes comunicacionales testimonian que el ser humano en sus cúspides científicas, tecnológicas tienen su "Talón de Aquiles", sus manos de barro impotentes de sostener sus diversas acumulaciones, impotentes de encausar sus instintos sexuales y de codicias.
Cuando desacreditamos la política, las religiones no nos damos cuenta aún que nuestra civilización está en una crisis pantanosa: ¿Cómo y cuánto nos somos desconfiables? No es peregrino el planteamiento del Papa Francisco en su carta magna "Cuidemos nuestra casa común": "Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo".
La película Titanic representaba algo similar, mientras el majestuoso navío se anegaba en sus calderas, en sus lujosos salones se daban engalanadas fiestas… Diariamente nos saltan informaciones de detractores de sus instituciones, de líderes de naciones amenazando a la frágil paz mundial.
En toda cultura, como en cada persona existen instantes de descansos para recuperar energías, pero la mayor instancia la tenemos en la educación siempre y cuando nuestra humanidad aplicara los pilares de la Unesco: Aprender a ser, a conocer, hacer, aprender a convivir, es decir aprender a ser persona integral.
Las nubes apocalípticas que pasan cada vez más lentas no borran la existencia del sol. La inteligencia artificial y sus robóticas que nos encandilan tampoco podrán exiliar del ser humano la conciencia del bien, del amor. Podemos evidenciar que el desierto florido existe.
Pedro Aranda Astudillo
Académico