Ni buenos ni malos: Chile, una historia que contar
Conquistadores, batallas, agitaciones sociales y terremotos remecen las más de 500 páginas de la Breve Historia de Chile que escribió Alfredo Sepúlveda. Parece una novela de acción, pero es historia pura.
Alfredo Sepúlveda, periodista y escritor, no se casa con una tesis ni se tienta con separar a los buenos de los malos. La virtud de "Breve Historia de Chile. De la última glaciación a la última revolución" (Sudamericana), está en la frescura con que se relatan las alegrías, pesares y conflictos de una República desde antes que lo fuera. Casi como si fuera el guión de una película de acción.
La historia parte en las primeras formaciones geológicas que componen el paisaje natural chileno y terminan en el movimiento estudiantil del año 2011. Todo en 540 páginas.
Sepúlveda, autor también de "Bernardo" la biografía no autorizada de O'Higgins va más allá: nos enteramos de la ubicación de los primeros encapuchados de la República y asistimos a los viajes en tren de Balmaceda. Además, nos enteramos que los soldados chilenos estaban con "la caña" antes de la batalla de Miraflores durante la Guerra del Pacífico.
- Te has dedicado a enseñar la historia del periodismo. ¿Hay algún viejo maestro que te sirviera como referencia para este trabajo?
- Sí, pero no tan contemporáneos. Todos los primeros periodistas hicieron de todo. Fueron abogados, historiadores y periodistas. Benjamín Vicuña Mackenna es uno de ellos. La referencia que conozco es esa. No es que me quiera comparar con él, pero era una época en que los periodistas hacían de todo.
- ¿Qué herramientas del periodismo te sirvieron ahora?
- Son las técnicas narrativas, la manera de escribir. La academia escribe de una manera determinada: introducción, texto y conclusión. A los alumnos les digo que los periodistas eliminamos la introducción y la conclusión, porque son redundantes, y nos vamos de lleno al objeto mismo, al queso del asunto. Intenté hacer una narración rápida, efectiva, divertida, con giros, con asociaciones, con características que hagan posible una lectura grata del texto.
- ¿Y en la investigación?
- Yo verifiqué si hasta el combate naval de Iquique fue como ocurrió. Llámalo deformación profesional.
- ¿Qué revisaste para documentarte?
- Todo cuanto pudiera meter mano. Generalmente, el trabajo de otros historiadores. Siempre digo que camino por lo que construyen los historiadores profesionales. O sea, casi toda la segunda parte del libro está fundamentada en papers y libros de autores contemporáneos. La primera parte, la historia clásica de Chile, hasta 1850, si uno lee a Barros Arana tiene bastante leída la historia. Tienes que sacarle su afán ilustrado anti-mapuche de la juguera, pero con Barros Arana estás bien en esa etapa. De ahí para adelante Castedo y Encina, hasta llegar a los contemporáneos como Jocelyn Holt, Salazar y Moulian.
- Baradit vivió una polémica algo dura con historiadores por la valoración de su trabajo. ¿Qué te parece esta discusión sobre los límites profesionales?
- Fue un alegato medio absurdo. Tampoco la entendí mucho cuando ocurrió. No sé exactamente qué se reprochaba. Primero que todo, hay un ámbito de libertad de expresión y eso protege y da derecho a meterse. Después viene la discusión de si lo hace de buena o mala forma. Parece ser esa la discusión.
- También algunos dieron a entender que se frivolizaba la historia...
- Habría que preguntarle a los historiadores. Esa es su posición. Pero no la mía. Una cosa es el trabajo necesario y valioso que se hace la academia, que es algo sin lo cual yo no podría existir con este tipo de libros. Los necesito para hacer lo que hago.
- ¿Cómo definirías lo que haces?
- Se llama divulgación histórica. Es acercar ese trabajo, que está en el mundo de la academia y que goza de buena salud, al gran público. Al que compra y lee libros y al que se puede entrar incluso por la ventana del entretenimiento. Me parece sumamente válido. Lo hacen también Baradit, Basso y Tromben, incluso con las novelas históricas.
- Por lo tanto, ¿en qué repisa de la librería ubicarías tu texto?
- Esa clasificación ya existe y se llama historia. Hay una confusión, porque lo que se le reprochaba a Baradit, hasta donde yo entiendo, es que sus textos tenían baja calidad y que por eso producían una especie de daño al país. Y eso no me parece cierto. Ni sus textos tienen baja calidad ni provocan daño al país.
- Una crítica recurrente a esta nueva ola es la rigurosidad en las citas. ¿Cómo las trabajaste en tu caso?
- Trato de ponerlas todas. Yo trabajo con un borrador depurado, pero borrador al fin y al cabo, y a veces por avanzar rápido escribo cosas y no me acuerdo de dónde las he leído. Dediqué muchos meses a buscar de dónde las había sacado. Creo haber hecho un trabajo honesto al respecto. Algo se me puede haber olvidado. Espero que no. En general, pongo todas las notas que corresponden, cito dentro del texto, pero la idea de este libro en particular es que la notas estén todas al final del libro para que no dificulten la lectura. Es una posición política mía. Si el lector quiere saber de dónde saqué lo que estaba hablando, tiene que ir al final.
- ¿Cómo te las arreglaste para abordar el tema mapuche?
- Fui al origen de todo. Desde la ocupación del territorio con las invasiones inca y española. Y con la conformación misma de la nación mapuche, que es una nación que se construye sobre la oposición tanto a los españoles como a los chilenos. Es una historia que tiene mucho sentido en la discusión actual porque hay que preguntarse quiénes son y qué tanto de mito y verdad hay en los asuntos que se discuten hoy por quienes defienden o se oponen a la causa mapuche.
sepúlveda urdió la historia de chile desde los primeros eventos geológicos hasta la revolución estudiantil del 2011.
Alfredo Sepúlveda
Editorial Sudamericana
540 págs.
$ 16 mil.
Breve Historia de Chile
Por Daniel Gómez Yianatos
alfonso gonzalez ramirez