Fraternidad sin pancarta, según Agustín Squella
Con "Fraternidad", el Premio Nacional de Humanidades Agustín Squella cerró la trilogía de ensayos filosóficos que empezó con "Libertad" e "Igualdad". En esta entrevista alumbra ese concepto y más.
Agustín Squella escribió ensayos filosóficos que profundizan en el significado de tres palabras claves del mundo contemporáneo.
¿Quién se preocupa por el significado de las palabras, especialmente por esas usadas hasta caer en el vacío? Agustín Squella (1944), abogado y escritor, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales el 2009, toma el rol de intelectual público para explicarnos los alcances de la fraternidad, un término tan en desuso que muchas veces se combina con solidaridad. Es lo que se necesita para llegar al tercer principio que inspiró la Revolución Francesa, hito histórico que cambió el curso de la historia del hombre.
De los otros dos términos, "Libertad" (2014) e "Igualdad" (2017), ya se encargó en el pasado. Los tres libros, publicados por la editorial de la Universidad de Valparaíso, comparten un formato cómodo, perfecto para consultar en nuestro diario vivir, como si fueran delgadas biblias laicas de bolsillo.
Squella escribe de una forma que invita al entendimiento, lo que se comprende por el público objetivo al que apunta: la juventud.
La escritura limpia del autor en medios de comunicacipón y en libros en los que habla de su amado equipo de fútbol ("Soy de Wanderers y Valparaíso") y donde profundiza sobre bares e hipódromos ("Lugares sagrados") garantiza la cercanía con los lectores. Ninguna de sus ideas queda atrapada en el lenguaje académico. Al revés.
"Fraternidad" comienza con un largo análisis de términos cotidianamente usados. Son decenas de páginas que generan un conocimiento para efectivamente después ingresar al análisis filosófico del principio solidario. Squella explica que "es porque se trata de términos importantes. Importantes desde un punto de vista político y moral. Los jóvenes, pero también quienes ya no lo somos, utilizan esas palabras y necesitan entender qué es lo que hay tras cada una de ellas. Las palabras son cofres que es preciso abrir para ver qué hay dentro de ellas. No basta con pedir libertad, igualdad y fraternidad. Tampoco basta con escribir palabras como esas en muros y en pancartas. Es preciso establecer qué se quiere decir con cada una de ellas".
En la segunda parte del libro entra de lleno al concepto que lo convoca. Para explicar la fraternidad o solidaridad, Squella bebe de muchas fuentes filosóficas, desde los griegos a Kant y hasta los valores del cristianismo. El autor comenta que "atendido lo difícil que resulta la palabra fraternidad, opté por conversar sobre ella con algunos filósofos que se han hecho cargo de la palabra. No únicamente filósofos, sino también poetas. Si otros han pensado con brillo acerca de lo que uno está escribiendo, ¿por qué no conversar con ellos y aprovechar, para beneficio de los lectores, lo que esos otros nos dijeron?".
-¿Podría explicar por qué fraternidad se menciona menos que libertad e igualdad?
-Se menciona menos porque fraternidad, o su equivalente, solidaridad, son palabras que remiten a un valor bastante ausente de nuestras actuales sociedades capitalistas. Todos pensamos, ante todo, en la libertad, acaso si algo en la igualdad, pero ponemos menos atención a la fraternidad, a ese valor que nos obliga a conducirnos frente a los demás como si se tratara de hermanos y no desconocidos. No somos hermanos, no somos hijos de un mismo padre, pero algo nos dice que deberíamos comportarnos como si lo fuéramos, supuesto, claro, que la relación entre hermanos sea un modelo, cosa que no siempre ocurre.
- Dedica este libro a la juventud. ¿Cree posible el diálogo con otras generaciones?
- El diálogo siempre es posible. Con todo, yo prefiero la palabra conversación. Diálogo es una palabra que ha tomado un cierro olor a sacristía y, por tanto, prefiero la más laica y sobria solidaridad. Pues bien: la conversación entre generaciones siempre es posible, aunque no siempre pueda resultar fácil, y cuando la conversación se interrumpe, o cesa, eso equivale al fin de la filosofía y, asimismo, al fin de la política. Fernando Savater dice que el momento verdaderamente trágico de la filosofía no es la muerte de Sócrates por su propia mano luego de ser injustamente condenado a muerte, sino la interrupción del diálogo entre Sócrates y Calicles, un viejo y un joven que dialogan hasta que el segundo se irrita, adopta una posición arrogante y deja hablando solo a su maestro (...) Y permítame agregar algo más: hay dos formas de envejecer que es preciso evitar: la efebofobia, es decir, el odio o rechazo a los jóvenes (que es muy común entre los viejos) y la efebofilia, o sea, el amor ciego a todo lo que los jóvenes dicen o proponen. Si me permite ilustrarlo de esta manera, practica la efebofobia aquel que observa por la espalda a un joven llevando una pancarta, sin poder leer lo que tiene escrita en esta, y le lanza una piedra, y practica la efebofilia el que, en una circunstancia similar, se pone a aplaudir al joven que lleva la pancarta sin saber tampoco qué es lo que lleva escrito en esta.
- Coloca ejemplos concretos de fraternidad para nuestro país. ¿Cree posible la ejecución de un sueldo ético?
- Lo creo, como una meta deseable. Mire, en esto, como en todo, hemos ido avanzando de a poco. En épocas pretéritas el trabajo lo hacían los esclavos, vino luego el trabajo hecho por hombres libres a quienes se les retribuía en especies, a continuación se les empezó a pagar en dinero, inicialmente el salario que se pagaba por el trabajo asalariado era fijado unilateralmente por el empleador, más tarde lo fue de común acuerdo con cada trabajador, de ahí pasamos al salario mínimo, y hoy tenemos una negociación colectiva. Cada uno de esos pasos fue resistido por quienes veían en los trabajadores solo mano de obra, solo un recurso más para aumentar la riqueza propia, y no descartemos que cada paso fue también resistido por muchos economistas que alertaron acerca de que esos avances iban a producir cesantía y una baja en el crecimiento. Pues bien, se habla ya de un ingreso ético, ya no sólo de un sueldo mínimo, y ese podría ser el próximo avance.
- ¿Cuál sería una actitud fraterna con los migrantes?
- Aceptarlos, bajo regulaciones, es cierto, como hacen todos los países, pero sin discriminar entre ricos y pobres. Existe la aporofobia, o sea, el rechazo al pobre, y esa mala práctica se agudiza cuando el pobre es inmigrante. En nuestro país, y para peor, la aporofobia suele ir de la mano de la plutofilia, es decir, del amor incondicional a los ricos.
- ¿Cómo vive su fraternidad en el cotidiano?
- Es el riego de escribir sobre valores o virtudes. Uno, al hacerlo, podría estar presumiendo que cultiva esos valores o que tiene tales virtudes. De que es libre, igualitario, fraterno y demócrata. Pero no es mi caso. Yo lo he hecho porque, según dije, se trata de palabras importantes y porque, como pensamos con palabras, el examen de las palabras es a fin de cuentas el examen de nuestro pensamiento.
Supuesto que la fraternidad o solidaridad constituyeran una virtud, un hábito de bien, deberíamos esforzarnos cada día por cultivarla. Las virtudes son cimas que debemos empeñarnos en alcanzar, si bien sabiendo que nunca lo lograremos del todo, especialmente en el caso de la solidaridad, un valor o virtud que sobrevive difícilmente contra la corriente del individualismo posesivo de nuestros días.
- Se anuncia un nuevo libro llamado "Democracia". ¿Ya avanza en él?
- Avanza mi libro sobre la democracia, también destinado a los jóvenes, para explicar también esta otra palabra importante. Explicar su historia, el concepto de democracia y la crisis por la que hoy atraviesa en el mundo, que está muy influenciada por la que pasa también el capitalismo neoliberal hegemónico que tenemos hoy en la mayoría de los países. Democracia y capitalismo forman una vieja alianza, pero se trata de un matrimonio que empieza a estar mal avenido y, posiblemente, a las puertas del divorcio. La parte final de mi libro sobre la democracia estará dedicada a eso.
- ¿Qué le parece la campaña de Santiago Wanderers en 1era B?
- Tan lamentable como lo fue en Primera A en el campeonato anterior, aunque ahora la cosa es mucho más grave y escandalosa. Nunca ganamos en casa y afuera siempre perdemos. El fantasma de volver a bajar de división es real, pero no se ve ninguna reacción en quienes controlan la sociedad anónima propietaria del club. No hay reacción ante el fracaso deportivo y financiero, que dura ya bastante tiempo, del más antiguo de los clubes chilenos de fútbol profesional.
- ¿Sigue yendo al Bar Inglés, pese a los cambios?
- Ya no voy, aunque celebré su recuperación y reapertura. Cada vez frecuento menos los bares de mi madurez. La edad me ha ido desplazando hacia los cafés, donde también se pasa muy bien, sobre todo con uno mismo. Los bares y los cafés son lugares para conversar, desde luego, pero también lo son para escuchar mejor nuestras propias voces interiores. Son sitios tanto para la extroversión como para la introversión. Y no está de más habituarnos también a conversar más con nosotros mismos.
Actualmente el intelectual se encuentra trabajando en el concepto "democracia",que pronto será un libro.
Palabras en pugna
Capítulo 6-página 43
Alibertad e igualdad les ha ido bien políticamente. Han inspirado doctrinas, movimientos sociales, partidos, programas de gobierno, políticas públicas y decisiones colectivas de una manera bastante exitosa. Menos bien les ha ido a libertad e igualdad en el intento de ser conciliadas una con otra. Por mucho tiempo se creyó que debíamos elegir entre ambas: o libertad o igualdad. O libertad con sacrificio de la igualdad o esta con olvido de aquella. Pero luego del fracaso de las experiencias que plantearon las cosas de esa manera, gana terreno hoy la idea de que las sociedades democráticas de nuestros días deben sumar a su compromiso con la libertad un similar compromiso con la igualdad, y no solo en el sentido moral de esta última palabra (igual dignidad de todas las personas y pareja consideración y respeto para todas ellas), ni político (toda la población adulta, hombres y mujeres, pueden aspirar a cargos de representación popular y todos pueden votar en elecciones en las que el voto de cada cual cuenta por uno), ni jurídico (igualdad en la ley e igualdad ante la ley), sino también en las condiciones materiales de existencia de los individuos. Una igualdad, esta última, que no puede ser la de todos en todo, sino la igualdad de todos en algo, a saber, la disposición de los bienes básicos necesarios para llevar una vida digna y autónoma. Una igualdad que, entendida de esa manera, no pugna con la libertad, sino que, todo lo contrario, la favorece y expande, puesto que para personas que viven en permanente condición de pobreza, sin acceso a atención sanitaria, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a una previsión oportuna y justa, poco o ningún sentido pueden tener las libertades de pensamiento, de conciencia, de expresión, de reunión, de asociación, de emprendimiento de actividades económicas, de participación en la vida política y cultural de sus países.
La propia solidaridad ha sido invocada para ayudar a la conciliación entre libertad e igualdad. Revísese, sin ir más lejos, el epígrafe de Octavio Paz puesto al inicio de este libro, que saca a la solidaridad de una posición marginal y la imbrica con la libertad y la igualdad, dos valores que no son antagónicos -ya está dicho-, pero que pueden colisionar entre sí, entrar en fricción uno con otro, y hasta despedir chispas que amenacen con incendiarlos por separado o a ambos a la vez.
Sacar la fraternidad del tríptico que conocemos o dejar que su presencia en él se debilite o apague es lo que explica que libertad e igualdad hayan quedado en un momento en un completo primer plano, más antagonistas que aliadas, como puntualiza Antonio Maria Baggio, «integradas de algún modo entre sí dentro de los sistemas democráticos, pero convertidas, también, en las síntesis extremas de dos visiones del mundo, de dos sistemas económicos y políticos que se disputaron el poder en los dos siglos siguientes» a la Revolución francesa.
Fraternidad
Agustín Squella
Editorial UV 90 págs.
$ 5 mil.
"No basta con pedir libertad, igualdad y fraternidad. Tampoco basta con escribir palabras como esas en muros y en pancartas".
Pablo Tomasello
"Todos pensamos, ante todo, en la libertad, acaso si algo en la igualdad, pero ponemos menos atención a la fraternidad".
Pablo Tomasello
Extracto del libro "Fraternidad"
Por Agustín Squella