Sady Zañartu y Mario Bahamonde Silva, dos hombres de las letras, nacieron en Taltal, la comuna costera que plácidamente habita frente al océano Pacífico. Taltal es una localidad pequeña, apenas supera los 13 mil habitantes, instalados en un punto intermedio entre Antofagasta, por el norte y Copiapó, por el sur. La minería le ha acompañado y también la buena cocina, con sus famosos congrios.
Es obvio que la comunidad sufre con el centralismo intrarregional, en 2015 sufrió con los aluviones que destruyeron o afectaron a cientos de viviendas e infraestructura pública, en un doloroso período que poco se ve en la capital regional y menos en Santiago.
Hoy, Taltal padece otro dolor: El lamentable estado del Liceo Politécnico C-20 "José Miguel Quiroz", que alberga a unos 528 estudiantes que mantienen un paro que ya se acerca a los 50 días. La razón: El paupérrimo estado del establecimiento.
Vidrios quebrados, ventanas rotas, problemas de humedad, baratas, peligros eléctricos, con los techos, entre otros. La molestia es obvia en la comunidad escolar, incluyendo a los educandos, sus familias y los propios profesores que deben dictar sus clases en un recinto que ya supera las siete décadas de existencia.
A esta altura, volver sobre la importancia de la educación y el valor que las personas le dan, es casi majadero. La educación abre posibilidades, marca nuestras existencias y es el principal vehículo para saltar al desarrollo; mucho más en comunidades pequeñas como Taltal y tantas otras que no cuentan con las ventajas y ofertas de las grandes ciudades.
Por ello, especialmente por los menores, es un imperativo ético dar una solución pronta a un problema que no se puede arrastrar más tiempo. Esa comunidad ha soportado demasiado tiempo falsas promesas de varios gobiernos y solo exige una solución que en cualquier otra comuna ya habría llegado.
Es cierto, nada es inmediato e instantáneo, pero debe encontrarse un camino de salida a una cuestión que no merece ningún niño y joven del país. De eso se trata el desarrollo.