"Carabineros no me deja salir de mi lugar, me está deteniendo ilegalmente. ¡Sale, me estai deteniendo ilegalmente! ¡No, no me podís disparar! ¡Sale, me estai deteniendo ilegalmente!" (sic). Este es parte del "diálogo" que un chofer de Uber tuvo poco antes que un oficial le disparara en las afueras del Aeropuerto de Santiago.
Las lecturas son muchas. Lo que más se repite es que se trata de un nuevo ejemplo de la pérdida de valores y respeto a la institucionalidad por parte de la sociedad chilena, en especial de los más jóvenes. Es casi curioso que poco después, en otro punto de la Región Metropolitana y en un muy desgraciado incidente, una persona de 21 años matara a un hombre, tras golpearlo con una herramienta en la cabeza. El hechor estaba molesto porque no habían querido cambiarle un producto y frustrado lanzó un pesado artefacto al local, sin pensar que golpearía a la víctima que nada tenía que ver con el hecho.
Lamentable.
Ese acto y el del chofer de Uber tienen similitudes: Ambos intentaron hacer justicia por su mano, resolviendo lo que les parecía correcto.
Aunque no tenemos el vídeo completo, sabemos que el carabinero exigía un acto preciso: Que el móvil se detuviera y el conductor bajara. Los detalles deben esclarecerse, pero hay algo cierto: El monopolio de la fuerza lo tiene la policía; tal cumplimiento legal es imperativo.
¿Por qué no lo hizo el conductor? Pueden haber señales en la juventud y el valor que algunos asignado a las redes sociales, a las denuncias y al escándalo. Asumimos que el chofer "amenazaba" al carabinero con acusarlo por medio de la grabación en desarrollo.
El asunto no está cerrado, se abrirá una investigación y se analizará todo lo ocurrido, pero algo debe tenerse muy presente; nadie puede asumir que puede estar por sobre los marcos que la sociedad se ha impuesto. Podemos discutir el uso excesivo de la fuerza, pero no lo anterior, porque cuando eso acontece, entonces el imperio de la ley pierde sentido y es algo que todos debemos tener presente.
El orden social se logra con la ley, precisamente superando los deseos individuales, en pos del colectivo.