Algunas lecciones de Rusia 2018
El fútbol es una industria enorme, que une al planeta y a los países, pero parece ser también un espejo de lo que son las propias sociedades. Aquello es muy interesante. Es cierto, la mayoría de las veces gana el mejor proyecto, el que tiene un plan contundente; no basta el momento de inspiración, el contar con un jugador destacado o la mera voluntad. Se requiere un plan más trabajado.
Han pasado varias semanas del término del Mundial de fútbol realizado en Rusia y son varias las conclusiones que pueden sacarse con la ventaja del tiempo. Se trató de un campeonato impecable. Si habían dudas en relación con la capacidad de organización, estas fueron rápidamente despejadas.
Debe decirse que el gobierno del presidente Vladimir Putin realizó un torneo brillante, desde la organización. La calidad de los recintos, la maravilla de las ciudades, el lleno de todos los recintos, la seguridad y la oferta cultural y de espectáculos que hubo.
En el plano del deporte mismo, el ganador -Francia- emergió como una potencia de cuyo caso pueden sacarse varios ejemplos; en realidad, de todos los equipos que llegaron a las instancias finales.
El éxito en esta disciplina, y en cualquier otra, no es fruto de la casualidad, no es el resultado de tardes inspiradas, es el resultado de un trabajo serio, extenso en el tiempo, no es pura voluntad y deseo.
Francia e Inglaterra son casos bien notables. Se han "aprovechado" de la migración y han sabido sacar lo mejor de aquel fenómeno. No es casual que ambos países estén teniendo buenos resultados en todas las divisiones del balompié; han invertido, han consolidado un proyecto de juego más allá de los resultados puntuales, a convicción de que aquello , sino garantiza, al menos acerca la posibilidad de obtener el triunfo.
A contrapartida, Argentina, aparece como el ejemplo a no seguir: su desarrollo se ha sustentado los últimos años en contar con un gran jugador -Lionel Messi-, pero no en la ejecución de un proyecto.
Para Chile, el dolor de no haber estado en esta instancia puede empujarnos a ser conscientes que la victoria no viene por mera casualidad, sino que debe ser -casi siempre es así- el resultado de una labor sistematizada y coherente.
Hasta ahora nos ha pasado que la selección mayor es una suerte de espejismo, pero sin correlato respecto de los clubes locales. Una no puede entenderse sin la otra. Los éxitos de los últimos años no pueden ser el mero suceso de una generación, deben ser la resultante de algo más poderoso y grande.