Números y Babilonia
Sería imposible concebir un mundo y una ciencia sin el concepto de número. Hoy, acostumbrados a usarlos no nos damos cuenta de ello.
En la historia de las matemáticas existen y han existido problemas que han marcado etapas en esta ciencia. Recordemos la cuadratura del círculo, la trisección del ángulo y la duplicación del cubo; o bien, el teorema de Fermat, que nadie ha logrado demostrar e, incluso, se duda que su autor lo haya hecho.
Las primeras referencias históricas las tenemos en el año 6 mil antes de Cristo y en ese extraordinario pueblo que fue Babilonia. Ellos usaron la misma solución que hemos dado nosotros: un sistema decimal posicional.
Es muy lógico pensar en un sistema decimal como primera solución, ya que el conjunto patrón para establecer la correspondencia biunívoca de los números naturales lo tenemos siempre y lo llevamos puesto en el conjunto de los dedos de las manos…
Pero los babilonios fueron más osados y a comienzos del año 2 mil a.C. usaban un sistema sexagesimal que es divisible nada menos que por 10 números naturales: 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 15, 20 y 30, lo cual disminuye notablemente la aparición de decimales, simplificando los cálculos, ciencia que en esa época no estaba al alcance de todos los hombres.
La combinación de la base 60 y del carácter posicional hacen del sistema babilónico un sistema aritméticamente similar al nuestro e, incluso, superior si pensamos que sus matemáticos estaban acostumbrados a operar solo con él.
Fueron también los primeros en dividir el círculo en 360 grados; pero esta vez no usaron 360 como base sino 60 y usaron el ángulo de 60 grados como fundamental. Para explicar esta misma cuestión, otros aducen razones astronómicas, ya que su calendario tenía un año de 360 días, con 12 meses de 30 días cada uno y colocaron meses extras para evitar que el calendario se apartara de las estaciones. De ahí la división del círculo en 12 segmentos fundamentales, como en la esfera del reloj.
Omar Bahamonde Lara