Antofagasta y basta
"Sostendré que el nombre de "Antofagasta" tiene sus orígenes allá en las alturas catamarqueñas de la Puna argentina".
¿Hasta cuándo seguimos buscándole las cinco patas al gato? Talvez la pregunta no tenga los perfiles ni el linaje académico deseado. Quizás mis palabras no tengan la prosapia de quienes se erigirán como mis detractores. Pero vuelvo a la carga para defender -a tocapenoles- el origen del topónimo que ostenta nuestra ciudad y, por ende, esta generosa Segunda Región de Chile.
Desde esos lejanos años de mi enseñanza primaria, en la década del 50 del siglo pasado, entendí como único origen de la palabra "Antofagasta", el que nos señaló Isaac Arce en sus "Narraciones", que fue -para mí- el libro que reemplazó al soñado "Tesoro de la Juventud". Afirmaba el autor que el nombre de nuestra ciudad proviene de la lengua "kakán", que hablan los diaguitas en Chile y los "huarpes", los capayanes y los olongastas, en el territorio de la Puna atacameña argentina (Léase el extremo norte de la provincia de Catamarca y el extremo sur de La Rioja)… Y que el vocablo proviene de "Antofalla" (nombre del salar más grande de dicha puna) y de la desinencia "gasta", cuyo significado es "pueblo" en lenguaje "tonocote", ya desaparecido, como el propio "kunza".
Lugares con la desinencia "gasta" hay muchos en el noroeste argentino. Tanto en Salta, como en Catamarca y La Rioja. Sólo cito a guisa de ejemplos, a Payogasta, Calingasta, Tinogasta, Sayogasta, Nonogasta y Malligasta.)
En mi visita al poblado puneño de Antofagasta de la Sierra, pude comprobar que los "antofagasteños" (tal es su gentilicio), entienden que su pueblo se halla cerca de la ribera sur del salar de "Antofalla", cuyo extremo austral colinda con el pequeño caserío de "Paicuqui". Y que es el salar de "Antofalla" al que deben su nombre, coincidiendo que el significado de "Antofagasta" está asociado a esa condición ribereña con la enorme superficie salada de albo cascote, resquebrajado.
Por esa misma razón descarto esa interpretación que suele afirmar que "Antofagasta" viene del lenguaje quechua, (¿Se sostiene que nuestros changos hablaban quechua?) asociándolo a nuestro monumento natural La Portada, significando por ello "Puerta del Sol". Preguntarse si Hilarión Daza, presidente boliviano que dispuso la fundación oficial de nuestra ciudad, conocía La Portada, es fundamental para justificar el porqué "copió" el nombre de aquel lejano poblado de la Puna Atacameña, para concedérselo a este naciente puerto ribereño, a la vera del Despoblado de Atacama.
Más distante aún estoy de aquella otra interpretación, que afirma que el topónimo "Antofagasta" significa "escondrijo del cobre". Me sobran razones para oponerme a tan lábil argumento. No creo que en aquellos años, (1868) en que se conocían de modo incipiente los recursos que se hallaban en la zona (guano y salitre, en ese mismo orden), algún clarividente haya -siquiera sospechado- que el subsuelo tenía las riquezas cupríferas que hoy son explotadas.
No hay más vueltas que darle. Sostengo y sostendré que el nombre de "Antofagasta" tiene sus orígenes allá en las alturas catamarqueñas de la Puna argentina, en la ribera del río "Punillas", pequeño curso que tributa sus aguas en una enorme laguna, llamada también "Antofagasta". Y -para redundar- este espejo de agua se halla al pie de un cono volcánico -cual celoso otero- que se llama también "Antofagasta". Así, las cosas están del todo claras. Lo demás -en mi juicio- es buscarle la quinta pata al gato.
Jaime Nelson Alvarado García
Profesor y periodista