Eugenio Sugg Gálvez
Siete proyectos de plantas desaladoras o de impulsión de agua de mar para la minería cuprífera regional están siendo evaluados por las compañías mineras de la zona. Así se desprende del último Informe de Consumo de Agua presentado este año por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), que también estableció que el 45% del consumo de la industria en la zona proviene de fuentes subterráneas y el 35% desde el mar.
Efectivamente, el pronunciamiento negativo del Consejo Regional (Core) en el marco de los procesos de tramitación ambiental de los proyectos "Monturaqui" (Minera Escondida) y "Continuidad operacional Compañía Minera Zaldívar" -ya que ambos consideran extender la operación de extracción de agua desde pozos ubicados en el sector sureste del Salar de Atacama-, reabrió una antigua discusión en torno al impacto que estas operaciones tienen en zonas sensibles medioambientalmente.
Lo cierto es que la industria desde hace unos 10 años avanza progresivamente hacia un mayor suministro de agua de mar y según las estimaciones de Cochilco, la minería regional bajará a la mitad su actual consumo de agua fresca al 2026.
No obstante, informes de la Dirección General de Aguas y estudios de investigadores locales advierten que varias de las zonas precordilleranas desde donde se está extrayendo actualmente este elemento están ya sobreexplotadas.
Desaladoras
Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, reconoce que este proceso ha ido en aumento a la hora de enfrentar la escasez hídrica.
"La gran minería, al operar en zonas áridas y estar sujeta a exigencias regulatorias ambientales, está constantemente buscando métodos y adoptando estrictas medidas como sector, para el cuidado del consumo de agua", dijo.
Agregó que en este escenario, la desalación es una de esas medidas, pero no la única. "El agua de mar, salada o desalada ya representa un 19% de toda el agua que usa la minería. Según el último informe de Cochilco, Proyección del consumo de agua en la minería del cobre 2017-2028, el uso de agua de mar proyecta un crecimiento de un 289,9%, explicado por una serie de plantas desaladoras que se planean construir. Dentro de ellas está la planta de Candelaria para este año, y Centinela, Pelambres, Spence y Radomiro Tomic para el 2020", comentó Villarino.
En rigor, al catastro actualizado de Cochilco cifra en 12 las plantas desaladoras y sistemas de impulsión de agua de mar construidas en Chile para la industria del cobre. Sólo dos de ellas no están operativas: Michilla (que se espera vuelva a funcionar una vez que se reactive su operación a comienzos de 2019) y Papa Camarones, en la región de Tarapacá.
Nueve de esas instalaciones están en la región de Antofagasta, donde destacan Planta Coloso y EWS, ambas de Minera Escondida, Distrito Centinela y Antucoya de Antofagasta Minerals (AMSA).
Adicionalmente, hay otras 12 en etapa de estudio. Siete de éstas se ubican en la región de Antofagasta, destacando Spence Growth Proyect (BHP), Adecuación planta desaladora Radomiro Tomic Sulfuros Etapa 1 (Codelco) y las etapas 1 y 2 de Desarrollo Centinela (AMSA).
Costos
El problema es que -si bien para megaproyectos ésta parece una solución viable económicamente-, para desarrollos menores no lo es, a menos que se desarrollen instancias colaborativas entre las distintas compañías.
Así lo advirtió el presidente ejecutivo de Antofagasta plc, Iván Arriagada, hace pocos días a este Diario. "Actualmente buena parte de la minería ya opera con fórmulas distintas al uso de agua de cordillera y un ejemplo es nuestra operación en Centinela que tiene suministro de agua de mar. Pero también hay que entender que hay faenas más pequeñas en las que ese sistema no es económicamente viable", dijo.
El ejecutivo abogó para que se le permita a la industria seguir en esa transición "de manera ordenada, gradual y progresiva, sino es una amenaza para la industria", advirtió.
Por su parte, Villarino recordó que "no hay que dejar de tener en consideración que para realizar la desalación y, principalmente para la impulsión del agua hacia las faenas mineras, se requiere de mucha electricidad, la que hoy tiene altos costos, representando en promedio un 11% del gasto operacional. Esto hace que no sea financieramente viable para todos los proyectos mineros, en particular para los más alejados de la costa y a mayor altura".
Proyecto
Mientras toda esta discusión se desarrolla, en la Cámara de Diputados se tramita desde 2013 una modificación al Código de Minería que busca obligar a las faenas que necesiten extraer más de 150 litros por segundo a utilizar agua de mar.
Según ésta, "el uso de aguas necesarias para explorar, explotar o beneficiar sustancias minerales se sujetará a las disposiciones del Código de Aguas y demás leyes aplicables, salvo aquellas aguas desaladas las que serán reguladas por un reglamento que será dictado para tales efectos".
Y agrega que "las empresas mineras cuya extracción de agua sobrepase los 150 litros por segundo tendrán la obligación de incorporar la desalación de aguas marítimas dentro de sus procesos productivos cumpliendo con las normas establecidas en el reglamento antes dicho", dice el texto legal que aún está en primer trámite constitucional.