La periodista antofagastina y exdirectora regional de la Onemi, Irina Salgado, se encuentra feliz por estos días. Encontró el amor, pero además junto a su pareja, el venezolano Gian Carlos Luti, tienen un innovador emprendimiento de comida fusión.

Se trata de Arepas Po", un food truck que mezcla todos los sabores del país caribeño con el sazón chileno.

Instalado en pleno barrio histórico de Antofagasta, este carro de comida es el fiel reflejo de lo que hoy es nuestra identidad: una ciudad de diversos colores, culturas y costumbres que se entremezclan.

Aquí, el amor trasciende las fronteras y deja como resultado un delicioso plato de comida, cuyas salsas y condimentos llevan a los comensales a viajar desde Venezuela a la Perla del Norte, sin moverse de la mesa.

Historia de amor

Él llegó hace dos años desde la ciudad de Maracaibo, Venezuela, a vivir a la capital regional. A los tres meses de pisar tierras nortinas, conoció a Irina en un pub del sector sur de la ciudad. Se enamoró de ella apenas la vio y ahora viven juntos, con el pequeño hijo de Gian Carlos que tiene 6 años.

"Él tenía un negocio de comida en Venezuela. La idea era tratar de hacer algo así acá. Un día estábamos conversando y le planté la idea de hacer una fusión gastronómica. Ahí surgió nuestra idea de hacer un carro de comida rápida, pero con mezcla entre comida venezolana y chilena", cuenta Irina.

En la casa cocinaban ambos, dice Irina, y detalla que "el nombre del emprendimiento es Arepas Po", porque el 'po' es un modismo chileno. En la carta tenemos una arepa que lleva longaniza de Chillán y pebre", precisa.

"Nuestro emprendimiento mezcla las dos culturas, como va a pasar muchísimo en este país. Tengo amigos que están casados con cubanas, mi vecina tiene de pareja a un argentino. Es una realidad histórica en Antofagasta, hace 40 años atrás era un croata que conocía a una chilena. 'Arepas po' es el sabor del amor, porque en el fondo uno le cocina cosas ricas a la gente que quiere, como sucede en la película Como agua para chocolate", expresa Irina Salgado.

Estación antofagasta

El centro de las urbes, y en especial de Antofagasta, ha comenzado a adquirir un valor que antes no tenía. Según Irina Salgado, quien además fue directora del Sernatur, este proceso de transformación de los barrios históricos ocurre en todas las capitales del mundo.

"Estamos felices de estar en este espacio, porque está abocado a los niños, a la familia, a la gente que viene a hacer trámites, y sobre todo, porque recupera el casco histórico, que es muy estratégico en términos turísticos, la gente siempre visita los barrios históricos cuando viaja", señala Irina.

Carla Julio, directora del Centro Cultural Estación Antofagasta, dice en cuanto al emprendimiento y la disposición de ceder este espacio, que "ellos proponen una idea intercultural interesante, sabiendo que esta ciudad se concibe desde su génesis con inmigrantes. Este emprendimiento le hace sentido a lo que nosotros queremos. Este es un barrio que se hizo con la llegada de muchos migrantes y esta apuesta que tienen ellos de fusionar lo noble que es el maíz con la arepa, pero con nuevos productos chilenos, es una verdadera historia de amor".

Negocio familiar

Gian Carlos tiene 27 años y cuatro hermanos, quienes colaboran también en el negocio. Todos se vinieron a Chile. Su madre Beatriz, lo hizo hace algunos meses y también es una pieza clave en este emprendimiento. "Ella le da sabor casero a las comidas", cuenta Gian Carlos.

Según relata emigrar de su país ha sido difícil, "pero tener la valentía para emprender en otro país es mucho más difícil. A veces la gente no quiere al migrante, pero si uno trabaja y viene a hacer las cosas bien y a ser un aporte, te ganas el cariño", dice.

Para algunos, la fotografía es la extensión de la mirada, el puente que lo comunica con el público, para otros es detener el tiempo y capturar el momento preciso.

Recuerdo que la primera cámara que tuve en mis manos fue una "Kodak" de cajón, con película de 120 mm, pero era imposible ocuparla, pues era la cámara familiar. Entonces me regalaron una cámara "Diana". Era de baquelita, material antecesor del plástico y traída del "Puerto libre "de Arica , llamada también "la Ciudad del Nylon" por la proliferación de artículos de dicho material. Era la década del sesenta.

Así comencé a tomar mis primeros "monos" y para revelar los rollos, había que llevarlos a "Casa Columbia" donde se enviaban a Santiago, con la correspondiente espera. A pesar de la demora, se esperaba con ansias la sorpresa de la llegada del material revelado.

Lo más cercano del proceso eran los fotógrafos de la Plaza Colón y de la Plaza del Mercado, también llamados "Minuteros" por el tiempo que se demoraban en entregar el trabajo. Quien no posó en un rígido caballo de madera, con una chupalla, o se encaramó en una motoneta detenida para estos maestros de la imagen de cajón.

Unos de Los estudios fotográficos mas frecuentados de aquella época eran Foto Barahona, cuya especialidad eran los retratos matrimoniales. En el patrimonio fotográfico de Andrés Sabella existen varias fotos de Estudio Barahona, en animadas reuniones sociales. Foto Riveros, especialista en retratos de uniformados. También había artistas de la fotografía como Federico Waelder, que aparte de fotógrafo era un ilustrado esotérico, cronista, comunicador radial, músico de jazz en fin, un artista multifacético.

De los maestros de la imagen que yo conocí, no puedo dejar de recordar al gran Rolando Gómez Smith , "el negro Gómez" amigo y compañero de labores de mi padre, reportero gráfico por años de El Mercurio de Antofagasta y Premio Nacional de Fotografía Periodística 1965.

Andrés Sabella

Omar Villegas Astudillo