Juan Enrique Lira
Una tarde de junio de 1967, irrumpió Juan Enrique Lira(1928-2007), editor fotográfico de El Mercurio de Santiago, en la sala del pabellón B de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Norte para impartir una apretada semana con los secretos de la fotografía periodística a los primeros 35 alumnos de ese experimento pedagógico fomentado el año anterior por el rector Carlos Aldunate y Andrés Sabella; y llevado adelante por Nicolás Velasco, director de Las Ultimas Noticias.
Sonriente, con tres cámaras colgando de su cuello, preguntó a boca de jarro: "¿Cuándo se toma una fotografía?" La respuestas fueron variadas: "Cuándo hay bastante luz", "Cuándo está pasando algo", "Cuándo el tipo mira la cámara", "Cuándo…
Siempre sonriente el Flaco Lira, dijo: "Se oprime el botón cuando la imagen ya está en la mente del fotógrafo…no antes... hay que ver la fotografía antes de hacerla ingresar al mecanismo…
Como no conocíamos el trabajo profesional de Lira, nos preocupamos desde ese entonces en ver sus imágenes en el tiempo. En la Copa Davis de 1976 en Chile, Lira captó el momento preciso cuando el tenista sueco Bjorn Borg quiebra la raqueta en el aire. Todos los diarios del planeta la publicaron.
La fotografía es sensibilidad y oportunidad. Es estar allí en el momento justo. No hay otra fórmula para que cumpla con apoyar la crónica diaria.
"Una fotografía periodística es aquella que casi no necesita pata de mono", decía, dando zancadas en esa clase del recuerdo de hace 51 años en la sala del pabellón B.
Juan Enrique Lira estuvo en la tarde del 11 de septiembre de 1973 registrando la humeante estructura de La Moneda que había sido perforada por las bombas de la dictadura, con un inerte Salvador Allende transportado en una frazada fuera de su recinto constitucional, horas antes.
Las ventanas del edificio, con sus entornos teñidos de negro, son las que se conocen en todo el mundo.
Lo que no sabremos jamás es si el flaco Juan Enrique Lira continuaba sonriendo cuando obturaba sus cámaras en ese sitio de vulneración y muerte.
Osman Cortés Argandoña