Neruda
Cuando en 2014 la Real Academia Española celebró el Tricentenario de su fundación, eligió solo dos autores para ser leídos en la ceremonia solemne que contaba con la presencia de los Reyes de España: Cervantes y Neruda.
El soneto LXXXIX contenido en su libro Cien sonetos de amor, de 1959, fue leído, luego de los Epitafios para Don Quijote, Dulcinea y Sancho Panza, de El ingenioso hidalgo don Quijote. El soneto es aquel que se inicia con el verso: "Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos".
Neruda, "el príncipe de los poetas" (calificado así por Saúl Yurkievich, estudioso de su obra) ilumina la palabra extrayendo de la lengua castellana el máximo potencial que ésta puede dar. Otorga a la poesía ese trance mágico en que surge "la lengua sin más" como dice el lingüista Eugenio Coseriu. Gabriel García Márquez dijo que "Fue el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas" y el crítico Harold Bloom afirmó que "Ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él".
Tenía apenas 15 años cuando escribió todos los poemas de Crepusculario (publicado a los 19) y 17 cuando escribió Veinte poemas de amor. Incendió la tierra a los 46 con su notable Canto General. El hermosísimo Libro de las preguntas fue publicado un año después de su muerte, a los 69. Su talento movilizó la poesía.
Neruda transitó todos los territorios del mundo y del corazón con su palabra y con la defensa del ser humano atomizado por un siglo que le producía "angustia del tiempo y conciencia de lo terrestre".
Neruda es alegría nuestra y aunque Septiembre se tiñe con su muerte, él sigue deambulando para desatar palabras y encabritar sentimientos. Le hace falta a la patria la voz del poeta, el que nos levantó la frente y nos dio soberanía por la gracia de la palabra.
Patricia Bennett Ramírez