Jimena Herrera Montenegro
La ingeniera civil metalúrgica y doctora en Química, María Cecilia Hernández, creció junto a tres hermanas en un hogar donde la frase "esto no es para mujeres", no existía.
De jugar con muñecas, autos a pedales y un mecano durante su infancia, la profesional hoy dirige la vicerrectoría de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la Universidad Católica del Norte (UCN). Se trata de un campo en el que históricamente ha predominado la presencia masculina, sin embargo, advierte que todas las miradas son necesarias para desarrollar las ciencias, lo mismo para los diferentes grupos etarios.
Hernández cree que el mundo científico asimiló de mejor manera la integración de la mujer, aunque su visión no es la misma respecto a temas de gestión y administración, donde aún existen algunos prejuicios, dijo.
¿Cómo fue su infancia, tuvo influencias directas para dedicarse a la ciencia?
-Mis padres vivían en Copiapó, mi padre trabajaba en minería y mi madre era profesora de una escuela normalista. Mi infancia fue en Copiapó y en Santiago y soy la mayor de 4 mujeres.
Viví en una familia donde no habían frases como "esto es o no es para mujeres", ya que éramos junto a mi madre, la mayoría. Tuve muñecas, autos a pedales, juegos de tacitas, autos a tracción y un precioso mecano. Ambientes como esos te llevan a crecer como niña y después como adolescente puedes estudiar o ser profesionalmente lo que tú quieras.
Es en la universidad donde aprendes a reconocer que hay espacios tradicionalmente reservados, pero a esas alturas de la vida, ya es tarde para que ese entorno modifique lo que quieres o sueñas realizar.
¿Tuvo un desempeño destacado en su estudios básicos y medios?
-Tenía un buen desempeño académico, no la mejor, pero no tenía mayores problemas con las asignaturas. Por traslados de mi familia estuve en cinco colegios diferentes, dos escuelas, dos colegios y un liceo. Conozco el sistema educacional de los setenta y ochenta de manera bastante completa. En lo práctico tuve que rehacer cinco veces el grupo de compañeras de colegio.
¿En qué asignatura tenía mayores habilidades?
-Mis habilidades estaban en las matemáticas, me resultaba entretenido y cuando conocí la química, me pareció fascinante. Sufría con Ciencias Sociales y lo denominado en esa época como Técnico Manual. Afortunadamente, mi padre tenía muchas habilidades manuales y terminábamos juntos haciendo los trabajos.
¿Era consciente de que se dedicaría a la ciencia por completo?
-No, porque no sabía que la investigación podía ser una experiencia de vida, una forma de desarrollarme. Como me gustaban las matemáticas, pensaba que el único camino para alguien con ese gusto eran las ingenierías. Con el doctorado no tuve duda, fue en Química.
¿Está casada, tiene hijos?
-Estoy casada hace 24 años con un metalurgista que reencontré en Antofagasta. Nos conocíamos desde la Universidad. Tengo tres hijos antofagastinos maravillosos.
Mujeres en la ciencia
¿Es complejo compatibilizar la vida familiar con la investigación?
-No es fácil lograr armonía entre lo familiar y lo profesional, pero es posible gracias a quienes me rodean. Tengo la fortuna de tener una familia que puede intercambiar tareas, y que podemos confiar en que nos tenemos los unos a los otros, más allá de los roles que la sociedad te impone.
Con esto quiero decir que a veces lo que más cuesta no es la relación con tus hijos o tu esposo, que pueden entender los tiempos que requiere un trabajo como el que realizo, sino el resto que juzga desde el desconocimiento.
¿Qué significa hoy ser mujer y científica?
-Significa que somos una parte importante de personas que estamos desarrollando o en mi caso, favoreciendo los espacios para desarrollar ciencia y tecnología.
La mirada desde una inteligencia femenina suma a las miradas masculinas, e incorporaría a los grupos etarios diferentes, la creatividad de los más jóvenes en complemento con la experiencia de los mayores en el área de investigación.
Debemos incorporar culturas diferentes, como suma de talentos disponibles. No considerar en los equipos de investigación o en cualquier equipo de trabajo las miradas del sector femenino, es limitar los procesos y los resultados que se vayan a obtener.
¿Qué importancia tiene el hecho de que la mujer cada vez esté logrando obtener un mayor espacio en el mundo científico?
-La importancia de incorporar a las mujeres tiene que ver con que las respuestas a desafíos tecnológicos y también sociales deben ser respuestas integrales, más cercanas a lo que todos necesitamos. Lo que debemos resguardar es que efectivamente incorporemos visiones femeninas y no que como mujeres estemos aportando miradas masculinizadas para tener cabida.
En el área científica no veo muchos prejuicios, sí los veo en el ámbito de la gestión y administración. En la caricatura, una científica se pone tradicionalmente delantal y esa imagen como que es más aceptada, pero cuando esa misma mujer se sienta en la gerencia parece que cuesta más verla.
¿Cuál es a su juicio, el aspecto más difícil con el cual las mujeres científicas y con altos cargos académicos, se deben enfrentar?
-Trato de no dividirme y estar entera en cada rol, porque, sin importar el ámbito que esté abordando, sigo siendo mujer, esposa, madre, ingeniera. Las fragmentaciones son propuestas mentales en una lógica mecanicista para entender las cosas o las situaciones.
El problema es que a veces se nos olvida que es una estrategia para entender o abordar un desafío, pero que en realidad a ningún lugar vas por partes. Y eso hace tremendamente relevante cómo vives cada rol; es necesario estar consciente que están interrelacionados.
"Lo que debemos resguardar es que efectivamente incorporemos visiones femeninas y no que como mujeres estemos aportando miradas masculinizadas para tener cabida"."