Dániza Urrutia Sepúlveda
Hace exactamente un año que Adolfo Lovera Callejas murió cuando era atendido en el Hospital Regional de Antofagasta. Llegó aquejado de fuertes dolores abdominales, sin embargo, a pesar de los intentos médicos por salvarlo, murió a causa de una sobredosis luego que reventara uno de los óvulos de clorhidrato de cocaína líquida que llevaba en su estómago.
La autopsia reveló que en su organismo tenía 296 gramos de droga de alta pureza en estado líquido.
La Fiscalía de Antofagasta dispuso que la Brigada Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado de la PDI se abocara a recabar antecedentes. En tanto, el cuerpo del joven extranjero fue derivado hasta el Servicio Médico Legal donde todavía permanece a la espera de ser repatriado.
La víctima salió de su ciudad natal Cochabamba, Bolivia, luego de ser contactado por narcotraficantes para transportar ovoides en su estómago. Pensó que ganaría dinero y que todo saldría bien, pero pagó caro el viaje.
El caso reviste aún más dramatismo, ya que el fallecido ingresó a Chile utilizando la cédula de identidad de su hermano mayor, Jaime. Sólo una vez que su familia fue contactada por las autoridades bolivianas, se enteraron de la tragedia, y allí se produjo un vuelco en el caso, ya que no se trataba de quien figuraba en el documento de identidad.
El representante consular de Bolivia, que ha estado permanentemente preocupado del caso, dijo que han realizado una serie de gestiones para poder repatriar los restos, y permitir que la familia le de sepultura.
Por ejemplo, hace algunas semanas trabajaron en base a una tablilla de huellas dactilares, porque había que establecer con certeza que el fallecido era el hermano de quien figuraba en el documento encontrado inicialmente en el equipaje que llevaba.
Dicha información se entregó al fiscal que lleva la causa. "Hemos tenido permanente contacto con la familia del fallecido, que lo único que desea es darle sepultura, lo que no se ha podido concretar por la lentitud en el proceso de identificación".
De hecho enviaron un oficio para que les hicieran llegar la tablilla de huellas dactilares a través del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, dato que les fue enviado online. Luego de ello, mediante valija diplomática, recibieron los documentos físicos.
Sin embargo, este no sería el último contratiempo porque cuando ya estaba positivamente identificado el fallecido, se produjo un error en la inscripción del apellido Lovera que fue escrito como Lobera.
"Esto lógicamente traerá problemas entonces solicitamos que fuera corregido ese dato. La familia ya está comunicada de ese detalle y cuando por fin el cuerpo sea repatriado, ellos tendrán que recibirlo estando atentos a la llegada", explicaron desde el consulado.
El fiscal que lleva el caso, Liborio Fajardo, hizo llegar una nota donde solicita al Registro Civil que corrijan ese error, por lo que es esa repartición la que debe hacer la rectificación y emitir el certificado de defunción y los documentos que certifiquen el fallecimiento y la identidad del extranjero.
Tragadores
La muerte del joven boliviano deja en evidencia los riesgos a los que se exponen los "tragadores" de drogas, que arriesgan sus vidas por menos de $300 mil.
Se trata de personas de entre 20 a 40 años. Por lo general viajan solos, con poco equipaje y evitan comer alimentos en sus largas travesías.
Durante este año y según explicó el jefe de la Sección OS-7, capitán Erich Ehrenfeld, hay una veintena de detenidos por ingesta de droga (bolivianos). La suma de cápsulas llega a 1.848, incautándose un total de 3 kilos 875 gramos de clorhidrato de cocaína y 7 kilos 910 gramos de pasta base de cocaína.
Para las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas es muy lucrativo realizar este "negocio" usando a los correos humanos, principalmente ciudadanos de nacionalidad boliviana, quienes por pagos de transporte que bordean los 300 a 1.000 dólares ($300 mil) arriesgan su vida para trasladar estas sustancias.
gramos de cocaína líquida tenía en su organismo el joven fallecido. 296