TVN está quebrada, la TV pública no
TVN agoniza. La renuncia del presidente del directorio, Francisco Orrego, parece confirmarlo. Varios auguran que TVN ya no es viable: la magnitud de su público y avisaje asociado ya no alcanza. Y el fondo de emergencia autorizado por el Congreso no se puede usar para pagar deudas ni gastos corrientes.
Pero toda crisis es una oportunidad. En este caso, para reevaluar lo que justifica la existencia de TVN: la idea de televisión pública. Son cosas muy diferentes.
TVN es una empresa estatal creada en 1970, cuando no había tecnología digital, internet ni celulares. En cambio, televisión pública es un conjunto de principios de bien común que la nación define (o debiera definir) soberanamente.
Estos principios no están en bancarrota. Chile necesita informaciones veraces, libres de presiones gubernamentales y corporativas/comerciales; evitar las noticias falsas; expresar la identidad de regiones, pueblos originarios y minorías; fomentar la concordia, la paz y la democracia; estimular la producción nacional de contenidos de calidad, innovadores y atrayentes; cuidar la dignidad de las personas; procurar el acceso universal a contenidos de calidad; evitar los efectos nocivos de los monopolios comunicacionales. Principios similares están vigentes en muchos países.
Sin embargo, las leyes chilenas no lo plantean así, sino que definen a dos entidades: el CNTV y TVN. En lo referido al primero, la ley define un "correcto funcionamiento" aplicable a todos los operadores de TV, de pago o de TV abierta, lo cual implica procurar que, en sus programas, por ejemplo, no se hiera la dignidad de las personas. El CNTV no está en quiebra, pero maneja un subsidio concursable para programas de calidad inferior al 2% del ingreso de la industria y tiene dificultades para hacer cumplir el "correcto funcionamiento".
Y en el caso de TVN, la ley la obliga a ser objetiva y pluralista en los informativos y en los debates políticos. Es cierto que TVN no puede ser manipulada por el gobierno de turno (como demuestra la renuncia de Orrego), que su directorio es diverso políticamente y que hasta 2013 el ingreso publicitario pudo sustentarlo, pero se trata de un mandato escueto, por no decir pobre.
Los estados usan tres instrumentos para generar bienes públicos: legislar, subsidiar o producir. El "correcto funcionamiento" es ejemplo de legislar. El fondo concursable del CNTV, de subsidiar. Y TVN, de producir. ¿Está Chile consiguiendo suficiente bienestar público al combinar estas tres opciones?
No es viable seguir aplicando medidas de parche, como el fondo de emergencia para TVN destinado a inversiones tecnológicas y a un "canal cultural". Orrego tenía razón en exigir claridad sobre el uso de estas platas, pero ellas no solucionan la inviabilidad actual de TVN.
Segundo, la "televisión" de 1970 está obsoleta. Hoy la población se expone a contenidos televisivos a través de señales abiertas, TV cable, satélite y por internet móvil y fija en sus celulares y tabletas. Pero además los videos se combinan con textos, audios e imágenes fijas en diferentes plataformas. ¿Dónde comienza un canal de televisión, un diario, una radio? ¿Qué pasa con YouTube o Netflix?
TVN hoy está sometido a una expectativa social desmesurada, sin fondos para enfrentarla. Por eso hoy se habla de medios públicos que no se limitan a una sola señal generalista. Otros países combinan mejor con las herramientas de legislar, subsidiar y producir.
Así es que la gran pregunta de fondo es: ¿qué pierde el público chileno si muere TVN? ¿Podrá acceder a contenidos diversos y de calidad, incluyendo informaciones veraces, libres de influencia comercial/corporativa y gubernamental? ¿Habrá más creación de contenidos innovadores "Made in Chile" que contribuyan a la paz, la democracia o a las identidades regionales? TVN puede estar quebrada, pero los principios de televisión pública no.
Sergio Godoy E.