"Llevo 25 años en el fútbol y allí, la familia es la contención permanente. Igual hubo llanto, muchísima tristeza. Pero con el pasar de los días sólo puedo pensar en que lo que hicimos como cuerpo técnico con los jugadores es positivo. Éramos novenos y terminamos devolviéndole la ilusión a la gente después de muchos años", dice el ex entrenador minero.
Esa efervescencia no se veía desde hace décadas...
-Se me pone la piel de gallina cuando me acuerdo. Los días anteriores, las filas para comprar las entradas, los banderazos, el apoyo ese día en el estadio. Yo fui campeón en 2003 y no recuerdo el mismo efecto en los hinchas.
¿Y qué pasó? Porque después de lo traumático que fue para el medio general, todos nos preguntamos por qué no se consiguió el objetivo...
-Es que no hay que olvidarse que había un rival al frente que hizo todos los merecimientos para ascender, que fue regular y nunca bajó de los tres primeros lugares del año. Ellos y Coquimbo fueron los dos equipos más parejos del año y en la final tuvieron la precisión que nosotros no tuvimos.
¿No fue pánico escénico? Boris González -ex gerente del club- dice que le vio más brillo en los ojos a los de Cobresal que a los suyos...
-No lo siento así. Yo estuve con los jugadores en la semana y estábamos todos convencidos de que lo íbamos a ganar. La emoción y compromiso del equipo cuando salimos a la cancha antes del partido se dio sola cuando vimos el apoyo. Puede haber pasado porque tuvimos el infortunio del autogol y ese fue un golpe muy fuerte. Nos costó demasiado reaccionar.
La impresión era que Lucas Simón estaba sólo contra el mundo...
-Pero nosotros jugamos y trabajamos todo el semestre a eso. A que independiente de quien fuera a desbordar, llegaran por lo menos dos a buscar en el área y ese día, entre el ordenamiento defensivo de Cobresal y lo poco resolutivos que fuimos, dio esa impresión. Pero nunca jugamos a buscar a Lucas y nada más.
El fútbol sabe de ingratitudes. Si ganaba, Meléndez era héroe. Hoy, es el DT que jugaba para atrás y no le dio identidad al equipo...
-Escuché eso, que nosotros somos defensivos. que nunca dimos un golpe de timón en el esquema. Y la verdad es que siempre jugamos igual, nosotros mantuvimos una idea. Una que estaba basada en lo que encontramos, en lo que venía trabajando Rodrigo -Pérez- y que decidimos potenciar agregándole algunas cosas. Pero es muy difícil que puedas tener una identidad de fútbol en dos semanas.
Pero el equipo comenzó a golear con ud en la banca y después le costó mucho retomar ese nivel...
-Pudo haber sido el desgaste, no tuvimos vacaciones. Pudo ser que los demás equipos comenzaron a jugar por algo. Sin duda que hay partidos donde no nos resultó la apuesta, ni de los cambios. Pero uno tiene una forma de trabajar y va a morir con esa idea si le resulta y nos estaba resultando. ¿Qué pasaba si metía otro cambio más defensivo con Coquimbo y nos empataba igual? Me iban a condenar por echar el equipo atrás. Veníamos ganando, no se veía por dónde ellos llegaran y aposté por ir a buscar el tercer gol. ¿Me equivoqué? Probablemente fallé en la apuesta. Pero es como nosotros sentíamos que debía ser este equipo.
Plantel
Meléndez asume que el grupo "estaba muy falto de confianza y nosotros trabajamos mucho en eso. Tengo que agradecer el compromiso de los jugadores porque pese a que algunos se quedaron fuera, siempre me escuchaban, siempre acataban las órdenes y la relación era excepcional", dice.
¿A quién rescata?
-Hay muchos, todos nos ayudaron en la medida de lo posible. Lucas -Simon- es un tipazo, un enorme aporte al club, un tipo que además nos ayudaba en la cancha con el sistema, que era líder dentro y fuera. "El Flaco" -Raúl Olivares- respondió a la confianza que le dimos. Lo conozco, jugué con él y pensando en lo mucho que ha disputado, eché mano a su experiencia y se consolidó. el "Guille" -Firpo- es un luchador, un tipo al que nunca le quité su esencia para jugar, lo impulsé a que apostara siempre por el partido que venía sin andarse cuidando. Cuando uno ha jugado en ese puesto sabe cómo tratar al jugador. Ayudó mucho a motivar al grupo.
Y con Arturo Sanhueza, ¿cómo terminó la relación?
Bien, yo respeto mucho su trayectoria, fuimos compañeros y nos conocemos. Obviamente que entiendo el año que pasó, porque uno quiere jugar siempre y a él le tocó menos.
Futuro
Meléndez quiere seguir en Cobreloa porque "sería interesante poder armar un proyecto propio, para plasmar una idea. Pero no me han llamado y creo que si quieren que siga, se necesita definirlo rápido, están perdiendo tiempo en relación a los otros equipos", comenta.
¿Ud termina contrato con Cobreloa? Veo difícil que vuelva a dirigir en inferiores...
-Obviamente, junto a Jorge -Carrasco- y Felipe -Rodríguez, al que sumaron este año- nos picó el bichito de dirigir en primera después de este paso por Calama. Pero sabemos que hay que esperar alguna opción. Lo hicimos bien más allá de la final, los números están ahí.
Si viene otro técnico y asciende a Cobreloa en el 2019, ¿se va a sentir parte de este renacer del club?
-Sin duda, uno sabe que algo hizo para que se volviese a ver a toda una ciudad ilusionada con su club. Algunos han hablado de fracaso y eso es una falta de respeto. ¿Fracaso? Los jugadores y todo el país vieron lo que era Cobreloa como en los 80, popular, fuerte. Eso es tremendo. Metimos a 12 mil personas ilusionadas en el estadio para la final. Eso no puede considerarse fracaso. Los números no mienten.
A una cuadra del lugar donde pudo tener su primer gran logro como entrenador, el estadio Zorros del Desierto, Rodrigo Meléndez pasa los días esperando el final del año escolar para dejar su casa y partir de regreso a Santiago. Allí, aún le da vueltas a la definición que truncó el sueño de volver con Cobreloa a primera división.