Chile, país de fotolibros: desde Sergio Larraín hasta Paz Errázuriz
Una tradición de grandes libros con fotografías cruza nuestro país. Horacio Fernández acaba de editar "Una revisión al fotolibro chileno" (Fundación Sud) compendio que se puede descargar gratuitamente.
El fenómeno específico de los libros fotográficos, que han llegado a denominarse "fotolibros", es un tema que posiblemente ha sido descuidado. Buena parte de las historias de la fotografía no le han dado un lugar central, pero la situación ha cambiado y es cada vez más común la práctica en museos y galerías de exhibir fotolibros como parte de exposiciones fotográficas. Chile, a lo largo de su historia, ha sido un productor fructífero de este tipo de publicaciones. De manera muy artesanal y también más institucional, son varios los tomos que se han impreso y, probablemente se seguirán imprimiendo.
A nivel internacional, una edición importante fueron los dos volúmenes de Martin Parr y Gerry Badger, "The Photobook. A History" (Phaidon, 2004-2006) que presentaba un amplio panorama mundial. Pero aunque mencionaban el ámbito latinoamericano (destacando fotógrafos como el mexicano Manuel Álvarez Bravo, el peruano Martín Chambi y el chileno Sergio Larraín), era ciertamente marginal.
Para remediar la falta de un compendio y una investigación más acuciosa es que el estudioso español Horacio Fernández, historiador del arte, profesor de historia de la fotografía, encargado de exposiciones (fue curador general del Festival "PhotoEspaña") y autor de varios libros, publicó "El fotolibro latinoamericano" (RM, 2011). Y, en parte por la presencia cualitativamente destacada allí de los fotolibros chilenos, se presentó la idea de una investigación sobre ellos que, iniciada en 2017, ha culminado en una publicación.
Fotolibro en Chile
"Una revisión al fotolibro chileno" (Fundación Sud Fotográfica) considera libros que van desde la intención turística al reportaje (empieza con el terremoto de Valparaíso de 1906, aparecerá también el de Valdivia en 1960), desde obras de propaganda gubernamental hasta la resistencia política, desde catálogos de artistas de avanzada hasta la labor de editores. Un lugar destacado tiene la relación entre fotografía y escritores (Lihn, Parra, Juan Luis Martínez). Neruda trabajó con fotógrafos como Martín Chambi o Sergio Larraín. Pero empezó con los poemas de España en el corazón, en una segunda edición (1938) con fotomontajes de Pedro Olmos. También serían fotolibros las segundas ediciones de "Versos de salón" de Nicanor Parra y "Venus en el pudridero" de Eduardo Anguita.
Un amplio despliegue gráfico, 60 reseñas de libros, configuran "Una revisión al fotolibro chileno", que los agrupa en cuatro categorías, cada una de ellas a cargo de un par de editores responsables. Las categorías son "ensayo", "propaganda y resistencia", "literatura" y "artistas", supervisadas respectivamente por la duplas Carla Möller-Luis Weinstein, Jorge Gronemeyer-Emiliano Valenzuela, Horacio Fernández- Carlos Montes de Oca, Andrea Jösch-Sebastián Valenzuela. Todo bajo la edición general de Horacio Fernández.
-¿Qué ha de entenderse por "fotolibro"? Pareciera como si ellos hubieran existido antes que el concepto.
-Un fotolibro es exactamente un libro con fotos. Los hay desde el mismo momento de la invención de la fotografía, en forma de álbumes con imágenes pegadas. Los libros con fotos impresas tardan. Durante los años de entreguerras ya son comunes y es entonces cuando aparece la denominación "fotolibro" en un tratado de la Bauhaus. A partir de entonces los mejores fotógrafos publican fotolibros, que suelen ser sus mejores obras.
-Esta publicación, ¿es una profundización del capítulo chileno de "El fotolibro latinoamericano"?
-Los fotolibros chilenos eran muy importantes en aquel libro. Antes solo se conocía "El rectángulo en la mano" de Sergio Larraín, un libro muy modesto y sin embargo maravilloso que también aparece en "El fotolibro latinoamericano" junto a obras de Paz Errázuriz y artistas de la escena de avanzada, folletos fotocopiados, publicaciones de la Unidad Popular y la Dictadura y poemarios de Neruda o Parra. En Chile había una variedad única y una calidad extraordinaria en la que no se había reparado antes y ahora es reconocido, fuera y dentro de Chile.
-En el fotolibro las imágenes no funcionan aisladas, junto a los fotógrafos, se considera a otras personas.
-Los fotolibros se parecen más a las películas que a las exposiciones de los artistas. No son obras individuales. Necesitan diseñador gráfico, editor, escritor, secuenciador, impresor, dirección de arte… Algunos de los mejores se deben más a estos profesionales que a los fotógrafos. Zegers, Dittborn o Leppe trabajan con fotos, no son fotógrafos. Hay que destacar la calidad de los diseñadores gráficos: Amster, Browne, González Barahona, Meza...
-Se dedica espacio a las obras de propaganda y de resistencia política, con sus distintas banderías...
-Durante mucho tiempo se creyó que los únicos fotolibros de propaganda eran los de los años treinta. No es cierto. Además de los sistemas totalitarios europeos, muchos gobiernos han usado la fotografía. Antes de la televisión la propaganda se hacía en carteles y libros. En Chile hay muchos fotolibros gubernamentales anteriores a la Unidad Popular, que desarrolló una política editorial y fotográfica muy ambiciosa con Quimantú. "Nosotros los chilenos" es una enciclopedia visual de un país, el territorio, los habitantes y los productos sociales, de la economía a la cultura. La multitud de diferencias que componen Chile. La Dictadura produce también muchos libros para legitimar a través de la fuerza de las imágenes la necesidad del golpe y su apoyo mayoritario. Son obras maniqueas, tan tramposas como las fake news actuales. Utilizan recursos religiosos, deportivos, militares: masas unánimes, santos protectores, enemigos exteriores…
-¿Es una impresión o la relación de la fotografía con los escritores chilenos es particularmente fructífera?
-El primero fue Neruda, a finales de los años treinta. En aquel momento varios poetas importantes querían publicar fotos en sus libros: Federico García Lorca, Hart Crane, W. H. Auden… Las fotos son bastante más poéticas de lo que parece. Si no se acompañan de información escrita, solo pueden tener lecturas abiertas. La metáfora es característica tanto de la poesía como de la fotografía. En un país de poetas se entendió enseguida.
-¿Es pura coincidencia que algunas de las obras más importantes en este sentido sean segundas ediciones?
-Las segundas ediciones suelen ser "corregidas y aumentadas". El poeta revisa la primera edición y considera que puede hacerse mejor. Parra, por ejemplo, cuando decide acabar con la poesía convencional, publica un libro convencional. Una contradicción resuelta en la segunda edición: el "antilibro" que necesita la antipoesía.
-Los terremotos se reiteran: ¿han llegado a ser más que una contingencia geológica para los chilenos?
-El terremoto se repite una y otra vez, en la historia y en las imágenes, en la alta cultura (la cubierta de "La nueva novela") tanto como en los reportajes. El terremoto es lo contrario del poder, la fuerza o el orden. Fragilidad y caos, una imagen más romántica que racional. Cuando la tierra se mueve, también se mueve todo lo demás, arte incluido.
-¿Cuál es su opinión de Sergio Larraín?
-Larraín fue un fotógrafo único. Algunas de sus fotos están llenas de poesía y hasta magia, como la célebre niña de Valparaíso seguida de su sombra con vida propia, como en un cuento fantástico. Componía a base de fragmentos, multiplicaba los planos como nadie. Ya es considerado uno de los clásicos. Con toda justicia.
-De "El rectángulo en la mano" dice que importa la secuencia, pero cuenta que en algunos ejemplares falta la foto final.
-Tener fotos excelentes es condición necesaria, pero no suficiente, para construir una gran secuencia fotográfica. Larraín fue un gran fotógrafo, pero no tanto un gran autor de fotolibros. En "El rectángulo en la mano" la secuencia acaba siendo un poco moralista y demasiado reiterativa. Larraín parece ser una persona reflexiva, quizás un poco insegura, crítica consigo misma. En algún momento modificó el final del libro. Arrancó una página de los ejemplares que le quedaban. Hizo una segunda edición de forma drástica. Esto añade fuerza a su leyenda.
-¿Cuáles son sus tres fotolibros chilenos favoritos?
-"Chile ayer hoy", tiene pasado y futuro, más que presente, y cambia cada vez que lo lees, a pesar de su aparente obviedad. Es un libro anónimo, además, en un terreno tan ajeno al misterio como la política. "Vivir o morir" es una maravilla escrita por Alfonso Alcalde y diseñada por González Barahona, con ritmo cinematográfico propio y continuos cambios formales, narrativos y psicológicos. También aprecio mucho los libros de poesía y fotografía, que son únicos.
Los fotolibros se parecen más a las películas que a las exposiciones de los artistas. No son obras individuales.
el estudioso español Horacio Fernández, historiador del arte y profesor de historia de la fotografía publicó "El fotolibro latinoamericano" y ahora encabezó la edición de "una revisión al fotolibro chileno" (Fundación sud fotográfica).
Horacio Fernández (ed.)
Fundación Sud Fotográfica, 2018, 306 pp.
Una revisión al fotolibro chileno
Por Patricio Tapia
El primero fue Neruda, a finales de los años Treinta. En aquel momento varios poetas importantes querían publicar fotos en sus libros".
shutterstock
La publicación puede descargarse gratuitamente en http://sudfotografica.cl/fotolibro-chileno.pdf