Crónica de fundaciones
54 después de la aparición de "Aurora de Chile", el primer periódico del país, en 1866 se inicia el alba de Antofagasta, con el arrojo de Juan López, el "Chango" López. Y el 14 de febrero de 1879, el arrojo del trabajador se cambia por el de los soldados del Coronel Emilio Sotomayor que entran al Puerto, portando la verdad de sus raíces chilenas. Es el segundo nacimiento de Antofagasta: ahora, se levanta en armas para consolidar lo que ya habían logrado las herramientas calicheras.
El 14 de febrero es nuestra fiesta entrañable, porque destaca la realidad de una de las más bellas aventuras del hombre del Norte: la doma del páramo, arrancándole el don puro de su nitrato y la fortuna de su cobre, gesta sostenida a coraje descubierto, y la victoria militar que confirmó, para siempre, los derechos chilenos a esta zona, chilena por el sudor y la sangre de nuestros "rotos" del "rajo" y la trinchera.
Juan López echó la primera semilla chilena sobre el litoral, la regaron los sudores de los trabajadores pampinos y la defendieron las bizarrías de los doscientos "rotos" de Sotomayor que, sin derramar una gota de sangre, derramaron la verdad que, acá, hervía en los ¡Viva Chile! que los recibieron.
Durante 102 años nuestros abuelos y nuestros padres repitieron la huella inicial hacia el progreso de Antofagasta. Toca a nosotros proseguirla, orgullosos de servir a Chile y de llamar ¡Hermanos! A todos los que nos reconozcan, desde la maravillosa ventana abierta al mundo, que es nuestro puerto, y del fondo de la pampa, que es nuestra escuela de varonía.
Primero fue una bandera en mitad de una historia heroica. El 14 de febrero de 1879, Chile renació entre las piedras y las olas, hermanando palas y fusiles, uniendo la esperanza de los chilenos que derrochaban su riqueza de "pana" y de "ñeques" contra la riqueza del páramo terrible.
Aquella bandera ennoblece, ahora, cada palpitación de esta tierra, donde dialogan el cobre y el salitre, en asombro de mundo.
"Antofagasta, rotunda de metales y de peces, eres un nido lleno de futuro", eres la Patria en su heroísmo y sacrificio: por ello, Antofagasta, te amamos…
Andrés Sabella, Mercurio de Antofagasta, 14.02.1981