Teófilo Sanhueza Gajardo, 58 años, vivía en el Parque Japonés. Yo pasé por su lado como tantas otras noches y pensé que estaba dormido. Sin embargo, a la mañana siguiente supe que había fallecido y, por los cálculos realizados por los expertos, su muerte debió ser más o menos a la misma hora en la que yo reparaba en él. Es algo inevitable en mí últimamente: busco con la mirada cuántas personas están en situación de calle. Y lo hago porque leí que en Antofagasta hay más de 700 personas que no tienen donde pasar la noche, ni el día.
Una vez más, Antofagasta lidera la cifra a nivel nacional y, el único hospedaje para hombres, el Hogar de Cristo, tiene 35 cupos disponibles (70 en invierno). En el caso de las mujeres es más complicado encontrar una cama: solo 16 disponibles. Para sus hijos, directamente, no hay opción.
Son múltiples los factores que se suman para que una persona llegue a esta situación, pero sin duda, uno de ellos es la dificultad para el acceso a la vivienda. Los precios siguen siendo inaccesibles para la mayoría, el déficit habitacional supera el 33% en la región y el hacinamiento es abrumador: en los hogares chilenos es del 6,5% (cifras del Censo 2017 y del Informe anual del INDH 2018). En el caso de las personas migrantes (el 27% de ellos vive hacinado) las barreras son aún mayores: las que llegan hasta las oficinas del Servicio Jesuita a Migrantes relatan diversidad de desconfianzas, irregularidades e incluso abusos que van desde limitar los horarios de una pieza hasta exigir, por el mero hecho de ser migrante, a fianzas mucho mayores. Un caso reciente es el de una señora haitiana, que fue mamá hace apenas un mes, sin previo aviso, tiene que abonar 30.000 pesos mensuales más porque hay un bebé en la pieza (por la que ya paga 150.000 pesos). Otros impedimentos pueden ser la falta de historial bancario o la exigencia de un tipo de visa específico o un contrato con determinadas condiciones.
Todo esto hace que personas que llegan hasta "La Perla" buscando su oportunidad, se vean en la calle. Ante la ausencia de respuesta por parte de Las instituciones públicas el SJM junto a la Red Apostólica Ignaciana , y a sabiendas de que no resolvemos el problema en magnitud, hemos puesto en marcha el primer centro de estadía temporal para familias migrantes con hijos y que, de forma urgente necesiten un refugio. El espacio, ubicado en el Centro Comunitario de La Bonilla, podrá alojar hasta diez personas de tres familias diferentes y estará atendido por la Agrupación Manto de María. Podrán permanecer el tiempo suficiente para ubicarse en la ciudad, buscar empleo y regularizar su situación migratoria si fuera necesario. Ojalá, este trabajo de la sociedad civil, recibiendo a los que están siendo expulsados por la sociedad, sea camino que continúen las instituciones públicas.
Conchita de la Corte
Servicio Jesuita Migrantes