En abril de 2010, recién asumida como seremi de Economía, Fomento y Turismo, me tocó dar palabras en la presentación del informe "Mujeres y actividad emprendedora región de Antofagasta 2008-2009/ GEM", realizado por la Facultad de Emprendimiento y de la Pyme de la Universidad Católica del Norte.
En la instancia, destaqué el incremento de casi dos puntos en la evolución de la actividad emprendedora, y de crecimiento de empresarias establecidas, resaltando el hecho que entre 2010 y 2014 las mujeres emprendieron por oportunidad y no por necesidad.
Las emprendedoras antofagastinas estaban motivadas por el deseo de independencia y por el desarrollo de la actividad económica, muy pujante en esa época. Hoy nos cuestionamos el por qué las emprendedoras no pueden sustentar en el tiempo sus negocios, el por qué no se ha podido avanzar en la disminución de la brecha de género y no se han generado espacios de conexión y aprendizaje que permitan aumentar las posibilidades de éxito para cada una de ellas.
Hay que considerar que la región tiene la menor tasa de participación laboral femenina a nivel país, sumado al incremento de un punto de desocupación de las mujeres en un año, a consecuencia de aquellas cesantes y quienes buscan trabajo por primera vez.
Las políticas públicas deben apuntar a implementar acciones colaborativas que generen competencias y brinden espacios de mayor participación al género y que decante en su autonomía económica, principal motor que permita alejar la pobreza, erradicar entornos de violencia y reafirmar las capacidades de toma de decisiones de las mujeres. Para eso, es necesario quitarnos el miedo como sociedad.
A medida que aportemos ideas, abramos espacios, diseñemos lineamientos, identifiquemos oportunidades e implementemos un cambio social que permita generar igualdad y equidad para nosotras en todos los ámbitos, sin necesidad de tener beneficios adicionales por sobre el sexo opuesto, es cuando comenzaremos a romper las rígidas estructuras que amplíen los modelos y expandan la visión para avanzar hacia una sociedad justa y equitativa.
Para que la igualdad entre los géneros pase a formar parte de la percepción del mundo infantil, es fundamental que vean a las mujeres como un modelo a seguir en profesiones habitualmente dominadas por hombres. Para lograr esto, como sociedad, se nos debe quitar el miedo.
Claudia Meneses Oliva
Directora regional SernamEG