El seremi de Educación de Antofagasta, hace unos días informó que sólo el 50,5% de los postulantes al Sistema de Admisión Escolar (SAE), quedó en su primera preferencia, cifra que la autoridad considera baja. Lo cierto es que dicho dato es bastante positivo, y muchas familias por primera vez accedieron a un establecimiento educacional de su elección, lo que antes de la Ley de Inclusión Escolar, era facultad exclusiva de los establecimientos educacionales, específicamente en el caso de la educación particular subvencionada.
La selección arbitraria y los pitutos ya van quedando en el pasado, por lo menos el 93% de la matrícula nacional que estudia en colegios con financiamiento estatal, sean públicos o particulares. El SAE (Sistema de Admisión Escolar) permitirá la integración social en la gran mayoría de las escuelas, es decir, que estudiantes de distintos sectores de la población se encuentren, terminando con la reproducción del clasismo a través de la educación. Así, se promueve la igualdad de oportunidades.
En la región de Antofagasta se da además una particularidad: más de la mitad de la matrícula regional reside en la educación pública, lo que no sólo es reflejo de la oferta de Gobierno en Antofagasta y Calama, sino por el desinterés histórico de la educación particular subvencionada por comunas como Mejillones, Taltal, María Elena, Sierra Gorda, Ollagüe y San Pedro de Atacama. Si el negocio no era rentable antes, entonces sería incoherente culpar a la reforma y al SAE del bajo crecimiento de la oferta particular subvencionada.
Finalmente, a propósito del aumento de demanda de matrícula, cuesta entender por qué el actual gobierno le quitó prioridad a la construcción de un Complejo Educacional en la zona norte de Antofagasta, que está pensado para cursos desde prekínder hasta cuarto medios. Retraso parecido a la implementación del Centro de Formación Técnica Estatal de Calama. De hecho, en Chile la educación universitaria estatal o privada tradicional tiene mejores niveles de acreditación que las instituciones orientadas a la ganancia y a la concepción de la educación como bien de consumo.
¿Es posible que la oferta pública escolar mejore y se posicione nuevamente como un referente? La respuesta es sí, y mientras tanto, así como sigue recibiendo a estudiantes sin discriminación, por lo menos los colegios particulares subvencionados ya no podrán reservarse el derecho de admisión, y podremos juzgar así su nivel de compromiso con el desarrollo del país.
Jacqueline Barraza Venegas
Profesora de Filosofía, exseremi de Educación Antofagasta