Cristian Castro Orozco
A las 6 AM suena la alarma para Mayerli Pacajes, de 13 años. Después del desayuno, ella junto a más de 50 niños debe esperar el furgón escolar que la trasladará desde el campamento La Negra, ubicado a 20 kilómetros al oriente de Antofagasta, hasta el Instituto Científico Educacional José Maza (Iceduc).
El servicio de transporte es nuevo. Hasta hace menos de un año los niños de este campamento debían hacer "dedo" en la carretera para que algún móvil los dejara en sus respectivos establecimientos educacionales, siendo el Iceduc el que concentra la mayoría de estos jóvenes (22 matrículas) por estar más próximo a la salida sur, en la Coviefi.
"Es entretenido ir a la escuela porque después de salir vamos a comprar en el supermercado que está cerca y que tiene muchas cosas. Acá (en el campamento) todo es aburrido. Fuera de ver pasar todo el día camiones no hay nada entretenido, salvo cuando nos juntamos a jugar a la pelota", cuenta Mayerli, que hace tres años llegó desde Bolivia para acompañar a su madre, que hace 6 años vive en el sector La Negra.
Lento auge
Lo del reciente servicio del transporte escolar para estos niños es testimonio del paulatino crecimiento que ha presentado el campamento en el barrio industrial La Negra, una zona que si no fuera por la presencia de empresas, sería un lugar inhabitado e inhabitable.
Si bien la misma comuna de Antofagasta tiene más de 40 campamentos en su perímetro urbano, el de La Negra se hace particularmente complejo al estar aislado por su lejanía.
La presencia de las bencineras Copec, Shell y Petrobras, es lo que más se asemeja este poblado a un centro urbano.
Según el catastro elaborado por la ONG TECHO-Chile, hasta 2018 en la zona habitaban 42 familias. Ahora, según la presidenta de una de las dos juntas vecinales que tiene el villorrio, Úrsula Rivera, hay 56 familias. La mayoría de ellas de origen boliviano.
Al ser una toma, el poblado no cuenta con servicios básicos (electricidad o agua), y si los baños no son químicos, son pozos sépticos. La electricidad proviene de generadores, lo que hace que el zumbido y olor a aceite quemado sea una constante en las viviendas.
Basura industrial, principalmente enormes neumáticos, se encuentran desperdigados en todas direcciones, perros sin dueño, una carretera donde transitan vehículos de carga a alta velocidad, tierra en suspensión y el espeso humo que emanan las industrias son el escenario de todos los días para estas familias.
Considerando todo lo anterior, y por insólito que parezca, el sostén económico de estas familias es la oferta de servicios de alimentos a los pasajeros que pasan por la zona.
"Posadas"
Prácticamente no existe una vivienda que no sea una "posada". Sin ninguna resolución sanitaria, muchos de los que allí trabajan venden sandwich, colaciones, almuerzos, bebidas y otros alimentos a los conductores de camiones, vehículos particulares o buses (de estos últimos, no se permite la bajada de los pasajeros a comprar, pero sí lo hacen los conductores).
Yeny Ávalos, quien llegó hace cuatro años al sector, es oriunda de Santa Cruz. Una enorme jaula con más de veinte coloridas caturras es el elemento distintivo de su posada.
"Llegué a trabajar a una posada, pero ya con el tiempo junté mi dinero y arrendé una para yo trabajarla. Me vine de mi país directamente a trabajar a La Negra, donde ya me instalé y vivo con mi familia", dijo.
Distinta realidad tiene la chilena Sabrina Nara, quien es propietaria de una posada pero que al contrario de la mayoría, no vive en La Negra sino que a diario se traslada desde Antofagasta al área industrial para trabajar su negocio.
Su elemento distintivo es un pingüino metálico de casi cuatro metros de alto afuera de su posada.
"Por años me dediqué a la venta de intangibles en Santiago y después fui bancaria. Pero quedé sin trabajo, me fue mal buscando algo. Me vine a Antofagasta, me siguió yendo mal, así que me dediqué a vender sandwich en un carrito en La Negra hace seis años. Así estuve hasta hace dos años, que junté dinero y puse mi propia posada", contó.
Según la mujer, el motivo de la posaba fue básicamente sanitario, debido a que el constante tránsito de vehículos dentro del mismo campamento levantaba gran polución de polvo fino.
La vecina de Sabrina es Úrsula Rivera, presidenta de una de las dos juntas vecinales que tiene el poblado. También tiene su posada, pero vive en ésta junto a su familia.
"Llevo nueve años acá. Soy de Concepción y llegué a La Negra a trabajar en una posada. Pero hace tres años y medio tengo la mía. Acá el tema es complejo. La Negra siempre ha ido creciendo, pero no crece la urbanización dentro del campamento", cuenta.
Además, agrega que como vecinos ya están postulando en la municipalidad para que un camión cisterna vuelva a suministrarle agua, servicio que hace dos años está suspendido.
"Nos gustaría poder contar con algún permiso sanitario, pero no podemos. Ésta es una realidad ya aceptada y todos los que acá trabajamos con alimentos compramos el agua y tenemos el máximo rigor al manipularlos. Es mucha la gente que se detiene acá por una colación", explica.
La posada de Úrsula no tiene diferencias sustantiva que las demás. Un espacio de aproximadamente 30 x 15 m², donde caben hasta seis mesas con cuatro sillas cada una. A esa hora en su negocio no hay nadie. El silencio solo es interrumpido por los rugidos de un lejano generador eléctrico y una cebolla friéndose en la cocina.
Contaminación
Si bien no se lo toman con mayor preocupación, los vecinos de la zona dicen que lo que mayor molestia les causa es estar expuestos a la constante humareda que proviene de las empresas aledañas.
Solo con respirar se advierte el efecto industrial en el aire, pues llega a sentirse en la cavidad nasal el sedimento del cemento, diferenciándose como un halo de polvo mucho más fino y seco que la tierra.
Esto porque en el área opera la cementera Bío Bío (exInacesa), cuyas enormes torres se alzan como la figura más imponente del paisaje, y cuya espesa humareda va proporcionando en determinadas horas del día las únicas briznas de sobra en el poblado.
Pero hay que recordar que fue la entonces Inacesa a fines de los 70 la que llegó a "fundar" dicho barrio industrial, junto con la Sociedad Chilena del Litio y la refinería de minerales Refimet (hoy Complejo Metalúrgico Altonorte).
Al día de hoy, más de 120 empresas que operan día y noche son los vecinos de este poblado.
Luis León que lleva 30 años viviendo en el lugar (según cuenta, fue el primero en levantar una morada en el predio), y dice que la constante humareda es lo único negativo en La Negra.
"Uno sabe a lo que viene cuando llega acá. Antes éramos repocos. Después se fue poblando de forma muy lenta pero en los últimos tres o cuatro años se repletó. No hablamos de cientos de familias, pero sí son más de lo que se acostumbraba a ver", dice.
León tiene una vulcanización, y pasa las horas sentado en una silla plástica contemplando el vaivén de los vehículo en la ruta.
Lo acompaña su amigo Hugo Barraza, quien trabaja 7x7 como guardia en una empresa del sector. No obstante cuando no está trabajando está atendiendo su posada.
Mayerli, Pacajes, Estudiante
"Antes hacíamos dedo en la carretera para ir a la escuela. Ahora al menos contamos con transportes escolares".
Hugo, Barraza, Guardia
"Acá llegó mucho extranjero, por eso de un momento a otro se comenzó a ver más poblado este campamento".
Yeni, Ávalos, Dueña de
posada
"Llegué de Santa Cruz a La Negra a trabajar en una posada. Junté dinero y ahora arriendo mi propio negocio".