La omisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados realizó la semana pasada una visita al vertedero de La Chimba y el relleno sanitario de Chaqueta Blanca que el Municipio de Antofagasta no ha querido abrir, ahora argumentando que existen problemas legales.
Los parlamentarios confirmaron lo que cualquier ciudadano sabe: la situación de La Chimba es una emergencia sanitaria inaceptable a esta altura, para la ciudad y los vecinos del sector norte.
El recorrido incluyó encuentros con personeros del ayuntamiento (lamentablemente, la alcaldesa Karen Rojo no asistió a explicar su posición), entre ellos Héctor Gómez, administrador municipal, quien reconoció que el nuevo repositorio estaba "efectivamente construido", algo muy distinto a lo que el mismo municipio ha dicho durante meses.
Pero ahora faltan cuestiones contractuales, que deben ser resueltas.
Toda esta historia es definitivamente kafkiana, insólita, inaceptable y vergonzosa para nuestra ciudad.
Como sabemos, en la gran mayoría de las ciudades chilenas, este asunto ya está resuelto hace años. La capital regional, ciudad con casi 400 mil habitantes, tiene en la actualidad un sitio en el que sólo se acopia la basura, sin tratamiento alguno, sin reciclaje y con nocivos efectos en contaminación.
A esto sumamos las enormes incomodidades para los vecinos del sector norte que, a veces diariamente, deben sufrir con las quemas y malos olores provenientes del paupérrimo vertedero municipal.
En medio del enorme clamor por cuidar el medioambiente, los antofagastinos convivimos con un recinto propio del tercer mundo.
Lo peor es que allí trabajan personas en condiciones absolutamente indignas, inhumanas, las cuales no vemos, aunque debiéramos hacernos cargo.
Se trata de situaciones oprobiosas en lo ético.
Todo indica que nuestra ciudad deberá seguir esperando una solución, de modo que la paciencia tendrá que mantenerse.
Sería bueno que las autoridades, al menos, colaboraran con mejorar nuestra ciudad.