Entre personas y especialmente las sociedades complejas, son las conversaciones y las distintas ideas, las que salen al encuentro para ganar posiciones en el objetivo de modelar la sociedad.
El juicio de que la esclavitud de determinadas razas atenta contra la misma humanidad, se impuso a la de aquellos que defendían esa opción, por las ventajas económicas que advertían algunos en ese infausto negocio.
También perdió terreno el acuerdo del "ojo por ojo" y se consolidó el principio de la justicia administrado por un tercero, el Estado.
En los últimos años otras ideas han consolidado avances, como la igualdad de derechos de la mujer, de los niños, la tercera edad, el valor de la democracia y la paz u otros más recientes como la gratuidad de la educación .
Pero debemos convenir en que se trata de acuerdos, mitos, no son verdades, ni cuestiones que siguen un razonamiento histórico o lógico, sino consensos respecto al beneficio que una tesis determinada tiene para el bien común.
Es evidente que estas disrupciones tienen que ver con los contextos y la historia que las precede y vive en el presente. Cuidamos de las libertades porque vimos el daño que provoca el perderlas, respetamos al otro, porque sabemos que de no hacerlo, avasallamos simbólica y corpóreamente con la diferencia y a la larga con nosotros mismos.
Debe repetirse: suponemos que el mundo que hoy gozamos es la prueba fehaciente del ensayo y error de toda la humanidad para con distintas ideas que casi siempre intentan buscar el bien común, aunque pocas veces lo logran.
Desde monarquías heredadas desde dios, hasta llegar a liderazgos representativos que respetan la voluntad de la mayoría, sin aplastar a los perdedores.
¿Qué debatimos hoy? ¿Qué ideas se imponen hoy? ¿Son de bien común, van en beneficio de la sociedad y los que menos tienen?
Las personas somos conversaciones e ideas. Sin aquello somos meros fantasmas sin capacidad de emocionarnos o razonar.