Los variopintos mundos de Federico Jeanmaire
Jeanmarie saltó al ruedo literario en 1990 con "Miguel", una novela donde el mismísimo Manco de Lepanto acomete su biografía a los 68 años.
Federico Jeanmaire el mes pasado llegó a la Cátedra Abierta Roberto Bolaño de la U. Alberto Hurtado para charlar sobre las últimas obsesiones que ha llevado al papel. Como una novela que espera publicar en 2020 y a la que llamó "Darwin o el origen de la vejez", una reflexión sobre los años acumulados que surgió a partir de un desaire amoroso. También tiene en carpeta "Wërra", un primitivo grito de pelea que proferían los germanos, punto de partida para una novela sobre una batalla de la Segunda Guerra Mundial en un pueblo francés.
En Chile, Jeanmaire leyó las primeras páginas de otra novela en ciernes que prepara, un libro que pivotea en torno a la muerte y la vejez. Tentativamente se llama "Restos" y ha tenido como texto de cabecera "La vejez" de Simone de Beauvoir. "Es muy poco lo que llevo escrito. Tengo tantas dudas sobre la vejez y la muerte que, de alguna manera, en este momento me están frenando. Pero lo intentaré. La voluntad de intentarlo es mi única certeza, hoy por hoy", dijo.
El quijote
Con 21 años, en 1979 Jeanmaire partió a Madrid donde estuvo hasta 1983. En Buenos Aires estudió Letras y en Madrid trabajó en la sala de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de España.
- ¿Cómo era ese trabajo?
-Consistía en hurgar entre los papeles que la gente encontraba en su casa y luego donaba. Nos metíamos en una habitación que había en el salón dorado de la biblioteca y buscábamos hasta encontrar algo que valiese la pena. Igual no duré mucho porque Anagrama publicó mi novela "Miguel" y -con eso- decidí dedicarme sólo a escribir. Abandoné la academia.
-¿Cuándo y dónde fue tu primera noción del Quijote?
-En la secundaria nos dieron a leer el Quijote. Era una edición de Kapeluz que contenía tres o cuatro capítulos. En ese entonces yo pensé que "ese" era el Quijote. Luego, a los 17 años, me encontré un día con los dos gruesos volúmenes: me encontré con la verdad. Intenté leerlo pero no pude. Volví a intentarlo un par de años más tarde y tampoco pude. Recién a los 22 años y para hacerle caso a una tía que me dijo que no podía escribir sin haberlo leído, lo logré. Y me enamoré de él para siempre.
-¿Quién ha sido el cervantino más adorable que has conocido?
-Varios. Pero me quedo con el Che Guevara. Dicen que durante sus últimos días en Bolivia se iba desprendiendo del lastre de su mochila. Pero, nunca pudo desprenderse del Quijote Y murió con el libro en la mochila.
-¿Cómo afinas tu oreja para escribir monólogos y diálogos, cómo vas construyendo lo coloquial que siempre tienen tus narraciones?
-Eso me viene del Quijote, obviamente. Siempre sentí que Cervantes no sabía qué iban a contestar sus personajes a la hora de escribir los diálogos. Y eso le da una frescura increíble al texto. Intento hacer lo mismo, no saber qué va a decir el otro, que me sorprenda.
-Has dicho que Cervantes y Sarmiento son amores literarios tuyos. ¿Qué es lo que amas de ellos?
-Son dos grandes escritores. Los más grandes para mí. Y si me atraen es porque han hecho literatura a partir del habla coloquial. Han sabido mezclar la cultura alta con la baja.
Identidad y minorias
Quien cuenta la historia de "Tacos altos" (Anagrama) es Lin Su Nuam, una quinceañera china trasplantada desde pequeña en una Argentina donde la llaman Sonia Lin. El texto carece de tiempos verbales en pasado o en futuro, ya que el chino no los tiene. La idea del libro empezó a tomar forma luego de un viaje que hizo al oriente tras el Premio Clarín de novela que ganó con "Más liviano que el aire" (Alfaguara/Clarín) en 2009.
-Cuéntame de tu viaje a China.
-Amo a los chinos y a su cultura. Viajé con mi hijo y la pasamos muy bien. Recorrimos bastante y volvimos más enamorados de los chinos. Me encanta, en especial, la sonrisa de los chinos, sonríen con toda la cara mientras les brillan los ojos.
-En cierto sentido "Tacos altos" es una carta de amor a lo oriental, tu traducción de cierto imaginario chino
- Absolutamente. En Argentina viven más de 200 mil chinos. Y la gente no los quiere demasiado. Yo sí. Y "Tacos altos" fue una forma de mostrar mi amor por ellos. Aunque, claro, también habla de otras cosas.
-¿Cómo surgió esta quinceañera china? ¿Cómo tomó cuerpo?
-Ocurrió. En 2013 hubo un intento de saqueo a un supermercado chino y el dueño murió en el incendio del local que provocaron los saqueadores. Quería contar esa historia y me pareció interesante que fuera contada por una niña que, de algún modo, era mitad china y mitad argentina. Hablar de la adolescencia a partir de su voz.
-También en tu libro aparecen enanos. ¿Por qué?
-Me interesan todas las minorías.
-¿Cúanto revisitaste a Blancanieves y los siete enanos?
-Blancanieves fue muy importante durante la escritura de la novela porque es un gran cuento, aunque bastante maniqueo. Es un cuento en donde todos son buenos, los enanos y Blancanieves. Sólo hay una malvada: la madrastra.
Jeanmaire hoy es especialista en el Siglo de Oro español y Cervantes.
Por Amelia Carvallo
silvia baigorrí
"Tacos altos"
Federico Jeanmaire
Anagrama
168 páginas
$ 16.000
"Amores enanos"
Federico Jeanmaire
Anagrama
184 páginas
$ 17.000