Acuerdo social
Por cierto que hay que repensar el país, es lo más evidente de esta crisis, y eso exigirá mucha sabiduría y paciencia de todos los liderazgos. No perdamos todo lo construido. Hoy es relevante recuperar la normalidad de un país que ya no es el mismo. Es importante que la protesta legítima no sea contaminada por una minoría que quiere destruirlo todo.
El momento que vive el país es el más grave que ha enfrentado el sistema democrático desde 1990. Se trata de una crisis político/social de enorme magnitud, manchada por los actos delictuales de una minoría -lumpen- que han provocado el caos varias ciudades.
Los robos, saqueos, destrucción de propiedad pública y privada, son injustificables. Las manifestaciones, el debate pueden y deben continuar, pero no la violencia que está dañando la democracia, la convivencia y la paz social que tanto ha costado construir.
Chile y los chilenos tienen enormes problemas cotidianos, con servicios caros y salarios bajos para desenvolverse. Ante ello hemos tenido una conducción política muy indolente para con la mayoría y también una elite que no entiende el problema político que significa la desigualdad, la falta de oportunidades, la construcción de una brecha insalvable para buena parte de la población.
Es cierto, por ejemplo, que el país tiene 1.2 millones de estudiantes en educación superior, pero el costo que significa para las familias es el mayor de la Ocde. Aquí se ha larvado una enorme disconformidad ciudadana que todos debemos atender.
La clase política -toda- debe tener un mínimo gesto de unirse ante este momento y dejar de lado las rencillas; deben ser capaces de entender que aquí está en juego el modelo de desarrollo nacional, que ciertamente debe ser perfeccionado y corregido, pero que es el que mejores posibilidades nos ofrece para enfrentar un futuro cada vez más complejo e incierto.
Lo mismo con la élite, especialmente empresarial, que deberá aceptar un compromiso con el desarrollo de las familias y los territorios. Hasta ahora se ha puesto énfasis excesivo en las utilidades y se ha dejado en segundo plano a las personas. Esto no es nuevo, lo hemos escrito antes y también una infinidad de expertos, pero no se ha entendido ni tomado en serio.
Ahora se requerirán acciones concretas de corto plazo y otras de mediano y largo horizonte. Primero restablecer el orden extraviado, normalizar nuestras vidas y ofrecer aportes a las familias más afectadas por las alzas. El largo plazo, exigirá más trabajo, porque no existen las soluciones mágicas, será difícil, pero es claro que la forma en la que nos hemos conducido hasta ahora ya no nos sirve. Eso es categórico.
El desarrollo alcanzado por Chile y los desafíos que se vienen, exigen un pacto social amplio.