El problema
La autoridad debe ofrecer planes de corto y largo plazo, pero sin perder de vista los contextos. De eso se trata la política que está en crisis por su falta de interpretación.
Parece claro que para resolver la crisis actual, y las que vendrán, las respuestas pasarán por cuestiones inmediatas y otras de largo plazo. Para identificar cuáles son las prioridades las autoridades deberán indagar el qué gatilló la explosión, cuestión que no parece sencilla, considerando los elementos en debate.
A modo de ejemplo, en Antofagasta, durante el súperciclo del cobre, la ciudadanía estaba sometida a los problemas similares a los que hoy se denuncian, las mismas leyes, el mismo sistema político, los "mismos abusos", podría agregar quien se manifiesta con indignación. Pero nada explotó. ¿Por qué? El único factor distinto -más allá del cambio hacia un gobierno de derecha- es la cantidad de recursos disponibles y más importante aún, la promesa económica de desarrollo personal/familiar cumpliéndose a cabalidad, especialmente sobre la base del consumo.
Pero el país disminuyó su ritmo y esta realidad se tradujo en cuestiones concretas: menor empleo, estancamiento de salarios, aumento de deuda, es decir, complicaciones económicas al que encima sumamos incrementos tarifarios.
Es la base de la explosión, (más las torpezas del gobierno, ciertamente) igual que el problema de la desigualdad, que debe entenderse como un factor que afecta la paz social y debe ser atendida con urgencia. Eso es lo que reclama la población, que, por lo demás, identifica al Estado como responsable de no darle las garantías que hasta ahora le permitieron al país reducir, por ejemplo, desde un 45% a un 15% de pobreza en apenas un cuarto de siglo.
Que así sea es muy bueno, pues da luces de que la ciudadanía es consciente de que la salida a la crisis es institucional.
El abordaje del problema parece muy claro para la población: necesita seguridad, certezas en un mundo incierto e incluso para varios grandes empresarios (Andrónico Luksic a la cabeza), quienes están apuntando que se requiere un ajuste en tal sentido. Pero no parecía tan claro para el Presidente, quien no pareció oír las incomodidades de los sectores medios. Eso agudizó la transversalidad del malestar.
¿Es correcta, entonces , la oferta presentada por el Presidente? Sí, pero es insuficiente y poco clara al momento de explicar qué es urgente y qué exigirá más tiempo. Porque ninguna de estas discusiones puede obviar lo que ocurre en el mundo, en la tecnología, medioambiente, entre otros.
La población no quiere desmantelarlo todo, tal como algunos sugieren; lo que la ciudadanía reclama es tener una nueva promesa/sueño de desarrollo personal y grupal, donde el Estado, todos nosotros, debemos acompañarles en su devenir con empatía, algo que las autoridades, la política, en definitiva, no ha comprendido y debe asumir.