Los desafíos de la nueva agenda país
"Esto debe dar curso al dialogo, la participación y los consensos entre la ciudadanía y las instituciones representativas". Cristian Rodríguez Salas, Director Instituto de Políticas Públicas
Lo ocurrido en los días recientes se ha transformado en una coyuntura de enorme trascendencia, sin precedentes desde la vuelta a la democracia, que seguramente generará importantes transformaciones sociales y políticas en el país. Un primer objetivo del movimiento social ha sido en parte alcanzado, y que se ha traducido en los anuncios realizados por el Presidente Sebastián Piñera en días previos. Un segundo objetivo aún pendiente, pero de más largo aliento, tiene que ver con la definición de las reformas institucionales destinadas a desmontar desigualdades y privilegios estructurales.
En este primer tiempo, las movilizaciones ciudadanas cambiaron la agenda del país para el próximo periodo.
El segundo tiempo, estará compuesto de importantes desafíos, como por ejemplo determinar si los anuncios realizados serán suficientes o insuficientes para la población movilizada; definir los cambios institucionales que se requieren para responder a las demandas de corrección de un modelo, que acumuló enormes brechas de desigualdad en la sociedad chilena.
También, es insoslayable que una erupción ciudadana de esta magnitud requerirá definir en el próximo tiempo inmediato, una carta de navegación ampliamente participativa, que permita la construcción de consensos amplios entre los ciudadanos movilizados con los canales institucionales del gobierno y del parlamento.
Junto con lo señalado, el peso de esta realidad inédita cambia sustantivamente el plan de navegación gubernamental, define tareas que eran inesperadas para el ejecutivo y la coalición de apoyo.
La enorme fuerza de los hechos, trasladan una parte no menor de las prioridades originales a un lugar secundario, frente al desafío inmediato de materializar las demandas políticas y sociales de la población. Lo que viene, será determinar las capacidades y las habilidades del gobierno para impulsar una agenda de transformaciones que no eran parte de su programa. Aunque ésta es una realidad inédita para una democracia como la chilena, no lo es en otras realidades. Recordemos que, en Francia, el año 1986, el presidente Francois Mitterrand debió alterar su plan de gobierno cuando fue electo como primer ministro Jacques Chirac.
Finalmente, debiera cerrarse una etapa de movilizaciones sociales de una envergadura no vistas desde la recuperación democrática, que instaló una nueva agenda de demandas acumuladas. Ya se hizo la desmilitarización y comenzó la lenta normalización de la sociedad chilena.
Esto debe dar curso al dialogo, la participación y los consensos democráticos entre la ciudadanía y las instituciones representativas.