Crisis social
Luego del estallido social y del acuerdo por la paz y la nueva Constitución, se observa destrucción, cenizas, víctimas oculares, heridas físicas y psicológicas. Sentimientos como angustia e impotencia frente a leyes injustas, aplicadas a la población han sido respondidas por algunos que parecen enajenados.
Se trata de una crisis valórica; la escuela y la academia parecen haber fracasado en su labor formativa, mostrándose incapaces de desarrollar valores permanentes en los discípulos. El consejo de nuestros padres sobre trabajo, disciplina y esfuerzo como motores de movilidad social, parece anticuado. Se antepuso los derechos a los deberes y la negligencia a la responsabilidad.
Hoy roban nuestro trabajo, pero mañana quienes manchan las demandas sociales con delitos, podrían ser autoridades y parlamentarios que, si no revertimos la crisis valórica, seguirán abusándonos. Sin embargo, aún creo que la racionalidad de los jóvenes nos llevará hacia la sociedad más justa y en paz que soñamos, la que debemos construir en conjunto porque nadie la regalará.
Sergio Curilef Huichalaf
Violencia
La violencia tras el estallido social se ha transformado en el Grinch de la paz y la libertad. Se robaron la COP25, la Apec, la final de la Libertadores, el Torneo Chileno, la Teletón, la Copa Chile. Sólo nos va quedando la Navidad. ¿Somos nosotros los que queremos imponer la normalidad por la fuerza y la violencia? No. Son un puñado de vándalos, delincuentes, narcotraficantes, encapuchados y lumpen los que quieren imponer por la fuerza y la violencia una anormalidad artificial.
A diferencia del 2006, 2011, Aysén, Magallanes, Freirina y Calama, este es el movimiento social más orquestado, coordinado, organizado y planificado de la historia de Chile, partiendo por el ataque simultáneo a 77 estaciones de Metro.
Digamos las cosas por su nombre: son delincuentes. Una minoría está intentando conseguir por la fuerza, la violencia y el chantaje lo que no pudieron conseguir por mayoría en las urnas.
Francisca Herrera Jara
Mon Laferte
Mon Laferte causó polémica luego de asegurar, sin prueba alguna, que funcionarios de Carabineros estaban detrás de algunos de los incendios ocurridos en las últimas semanas en Chile. Estas palabras generaron la reacción del gobierno y Carabineros, quienes no descartaron presentar acciones judiciales en contra de la cantante.
Algunos concejales de Viña ven con temor su presencia en el próximo festival, ya que podría ser tribuna para incitar al odio y a violencia. El festival de Viña de 1973, en un país totalmente convulsionado por la contingencia que se vivía durante el gobierno de la UP, se realizó del 2 al 12 de febrero de 1973, fue transmitido por TVN y animado por César Antonio Santis.
Durante la actuación del conjunto Quilapayún, partidario del gobierno de Salvador Allende, una estruendosa silbatina del público, mayoritariamente de oposición al gobierno de la Unidad Popular, acompañó su presentación, temiéndose incluso por la continuidad del festival al ser arrojados objetos contundentes al escenario. La presentación de Quilapayún en la Quinta Vergara no fue transmitida por Televisión Nacional por orden de Gonzalo Bertrán, director de la transmisión televisiva.
Javier Ortega
Autoridad
Hace un par de años, vimos dos carabineros sin protección huyendo de unos jóvenes disfrazados con mamelucos blancos que les lanzaban bombas Molotov. En una sociedad acosada por la delincuencia fue un triste espectáculo. En esos días, la pregunta era: ¿Alguna autoridad policial o política habrá tomado alguna medida, habrá cambiado algún protocolo, habrá dado alguna instrucción para que este vergonzoso hecho no se repita? Al parecer no.
Hay un mínimo de dignidad que debe tener la autoridad. La población que observa a la policía escapar siente que no hay autoridad alguna, y que lo único que queda es la autodefensa. Aquí el uso oportuno de las armas hubiera puesto las cosas en su lugar.
Al huir, Carabineros no está respetando los DD.HH. sino los derechos de las bestias. Los organismos de DD.HH. tendrían que reconocer su error al afirmar que en Chile hay agresiones sistemáticas a la "población civil", no es así ni siquiera con los civiles más violentos, como lo demuestra este episodio, ya que si hubo algún protocolo violado no fue por hacer uso de las armas, sino precisamente por no hacer uso de las mismas.
José Luis Hernández Vidal