Redacción
En el pasaje Oscar Bonilla, cerca de las tres de la tarde, las vecinas comienzan una frenética rutina. Las compras del día, los trámites y casi todo lo relacionado con una vida cotidiana de barrio se apura o, según el caso, se suspende hasta el siguiente día.
Ante el asomo de los primeros manifestantes, las más de 40 casas que componen el pasaje, se preparan para una jornada donde los masivos ataques con piedras y molotov, se confunden con los balines y bombas lacrimógenas que repiquetean sobre sus techos.
Desde el lunes, el sector aledaño de la Plaza Bicentenario, el más cercano a la subcomisaría Norte, es el epicentro de extensos enfrentamientos entre jóvenes manifestantes y efectivos policiales que intentan disuadir el que parece ser el único objetivo de una particular pugna: atacar y quemar el cuartel policial.
"Todas las noches tengo que cubrir toda la casa con sábanas y rociarlas con agua y bicarbonato para que no entre el gas de las bombas. Mi marido tiene neumonia pleumoral y debo cuidar que no respire eso. Es una pesadilla, todos los días hasta las dos de la mañana se escuchan bombas y disparos por este lugar", comenta una vecina que prefiere el anonimato.
No es casual. En varias ocasiones -comentan- han pedido a los manifestantes no ocupar el pasaje para transitar, huir o esconderse de las fuerza policial. En varias de ellas, han sido insultadas y amedrentadas.
Resguardo
Ubicadas entremedio de manifestantes y carabineros, el miedo y la incertidumbre ante la violencia desatada, las vecinas optan por protegerse y aislarse de las escaramuzas que se producen en el sector. No siempre resulta. Hay niños -muchos niños- que sienten curiosidad por lo que pasa en la calle.
"Tengo siete niños acá y el martes cayó una bomba en el patio y alcanzó a encender ropa que tenía en el lugar. Fue un caos adentro. Tuvimos que sacarla y los propios niños de la protestas nos ayudaron a apagarla. Pero quedó llena de humo. Tuve que enviar a mis nietos a otras casas porque acá ya no podían estar. Es muy peligroso", sostiene Olga Villavicencio.
Policía y manifestantes
Desde que inició el estallido social, en el sector se han realizado dos marchas que lograron congregar a más de 3 mil personas. En ambas oportunidades, cientos de manifestantes comenzaron a atacar la subcomisaría. Desde esta semana, sin embargo, ya no hay marchas y fueron reemplazadas por ataques directos al cuartel.
Diariamente manifestantes se congregan en avenida Bonilla con el propósito de atacar el recinto de Carabineros.
"Todas las informaciones que recibimos y vemos por redes sociales apuntan a que quieren quemar y destruir este cuartel. Ante eso, no nos queda más que resguardarnos, contener y tratar de dispersar a los manifestantes", comenta el capitán de la subcomisaría, Pedro Durán.
Con el ataque del pasado viernes, se concretaron seis días seguidos de enfrentamientos. Seis días en que las vecinas del sector no solo sienten que han quedado en medio de los enfrentamientos, sino que en medio del abandono de las autoridades locales.
"Le hemos pedido formalmente a la gobernadora que venga, que pase una noche acá con nosotros para que vea lo que significa vivir en estas condiciones. Nos parece impresentable que durante todos estos días nadie de gobierno haya venido acá a preguntarnos cómo estábamos pasando esta situación", comenta María.
Servicios
No solo los daños a la plaza Bicentenario son evidentes. El entorno comercial y de servicios también se ha visto fuertemente impactado. El centro comunitario que administra el Servicio Jesuita Migrantes funciona como lugar de residencia transitoria de familias migrantes. Por el momento algunos programas sociales han restringido su funcionamiento.
"Está siendo complejo trabajar ahí, por los riesgos, la calidad del aire, los disparos. La población nos ha estado cuidado el centro, que no ha sufrido daños pese a todos los disturbios. Lamentablemente nos hemos encontrado con restos de bombas lacrimógenas, o restos de balines en el centro, sobre todo porque hay una familia alojando en este instante. Son personas que por la noche están sufriendo la inseguridad que se vive en el sector", comentó Conchita de la Corte, jefa regional del SJM.
La sucursal del registro civil ha sido vandalizada al menos dos veces y en la manifestación del martes, fue saqueada la única farmacia del sector.
"Estamos reforzando porque saquearon todo. El dueño me dijo que estaba pensando en cerrar. No se entiende este daño. Todos estamos por las demandas, pero lo que hicieron acá fue solo para destruir", comenta Pedro Martínez, propietario del inmueble donde funcionaba la farmacia.
El único supermercado del sector también está cerrado sin fecha de apertura y hasta el Cesfam Juan Pablo II ha debido adoptar medidas ante el crispado ambiente.
"Desde que levantamos el paro hemos tenido que funcionar con horario de contingencia. Cerramos antes, cuando comienzan los primeros disturbios. El flujo de usuarios también ha disminuido considerablemente. De hecho, en dos días de esta semana nos han sobrado horas médicas para consulta", comenta la directora del centro de salud, Cristina Honores.
40 mil personas viven con escaso acceso a servicios
Se le conoce como sector Bonilla, pero en realidad son dos poblaciones: Bonilla y Juan Pablo II, donde en total habitan, al menos, unas 40 mil personas. Se trata de uno de los puntos más carentes de servicios e infraestructura. De hecho, la última gran inversión que se realizó fue la construcción de la Plaza Bicentenario, iniciada por el alcalde Pedro Araya Ortiz e inaugurada por el alcalde Daniel Adaro, ambos ya fallecidos. La construcción de este espacio, entre los años 2002 y 2005, permitió dotar al sector de una oficina del Registro Civil, más tarde de un gimnasio infantil y otros pequeños adelantos. Paradójicamente, hoy tanto la oficina pública, que permitía a los habitantes del sector hacer sus trámites sin tener que desplazarse al centro; como el centro deportivo, que atendía a 85 niños, son solo escombros (fueron incendiados). La plaza, además, ha sido vandalizada y de espacio de encuentro pasó a ser polo de enfrentamientos con la policía.