No llores por mí, Chile querido
"Debemos volver a la normalidad, tener paciencia y respeto, para recuperar la confianza y credibilidad".
En esta primavera 2019, al salir a las calles y ver tanto desastre, lugares incendiados, saqueados, paredes pintadas, monumentos y construcciones destruidas, barricadas humeantes. Por favor no me pidan que no llore por lo que veo en mi país, que yo y todos queremos tanto. Por eso no pude aguantar las lágrimas y sentir los latidos de mi corazón más acelerados por ver tantos accidentes, fallecidos, perdidas nunca antes vistas de tantos puestos de trabajo.
Aunque no tenemos palabras para explicar lo que está pasando, escuchamos hablar que la turba, saqueos del lumpen, fogatas, barricadas, no dejan pasar a los vehículos de los trabajadores y locomoción colectiva. Se oyen diariamente los ruidos de cacerolazos y cantos de los que marchan mañana, tarde y noche.
Jóvenes invitados por celular acuden a las plazas con sus mochilas haciéndolo en paz y orden; pero de repente se les integran anarquistas encapuchados, que producen el caos, y saqueos.
Si visitamos nuestro centro comercial, tiendas, farmacias, bancos, iglesias y algunas oficinas de Pensiones, vemos que las puertas y ventanas de vidrio han desaparecido, y reemplazadas por latas de aluminio y planchas de madera, permitiendo entrar a una persona a la vez, por un agujero, como jugando a las escondidas. Con humillación tuvimos que hacer largas filas en los consultorios Cesfam , para recibir los remedios a través de rejas.
En nuestra comuna, hemos sido testigos, de ataques impensables con bombas molotov, y piedras a las comisarías de Tocopilla y 3 en Antofagasta, con su personal adentro tratando de mantenerse a salvo.
Todos estamos de acuerdo; que se está manifestando por el descontento y desigualdad producidos por el sistema neoliberal existente. Pero debemos volver a la normalidad, tener paciencia y respeto, para recuperar la confianza y credibilidad y juntos construir un futuro mejor de paz y justicia, que pediremos en el velatón por la dignidad.
Aunque hoy no quiera, mis lágrimas acuden a mis ojos, al sentir el olor de los gases lacrimógenos en el ambiente, dicen que sus efectos duran cinco días por lo que necesito mascarillas para no llorar.
Nancy Monterrey
Escritora