Que los tiempos han cambiado, no cabe duda. Que la sociedad ha evolucionado, tampoco.

Entonces, cuando miramos por el retrovisor de la vida, afloran los recuerdos, intentando comparaciones que sin ser fructíferas, nos permiten una especial reflexión.

Recordé esos tiempos en que mis perros -y casi todos los perros del barrio- dormían en el patio, sobre unas pilchas que debíamos asolear cada cierto tiempo. Que compartían lo que nos sobraba en el almuerzo. Cuando más, un hueso que nos regalaba el carnicero. Que los refregábamos con parafina para eliminarle las pulgas y que les lavábamos sus tripas con jabonela, para aminorar los efectos del veneno (eran "albóndigas", empapadas en estricnina). Rara vez les poníamos un collar, hecho de una correa vieja, que se cortaba para aprovechar la hebilla. Los vecinos más viejos, sabían hacer remedios para el "arestín", porque en aquellos años, las garrapatas aún no se conocían. Casi nunca se les cortaba la cola… ¡Pero los queríamos igual!

Si se iban en una leva, los esperábamos. Sabíamos que volverían, llenos de heridas, pero volvían.

Así eran los quiltros de los años 50. Uno se sorprendía de ver un perro de raza. Eran "raros".

Hoy, las razas son diversas. Hay muchos "dog lovers" que conocen e identifican hasta veinte razas distintas, con nombres extranjeros. Que recomiendan veterinarios, dietas y "pet shops". Pero estos mismos expertos en canes, no conocen los pescados que ofrecen en el Terminal Pequero y comen la bazofia que les vendan.

Pero… Aunque quiero los perros, hay un pero. Y me duele.

Intento hallarle una explicación al asunto….

Me causó dolor y pena, ver una mamá llevando su bebé en un coche de marca, entretenido con un cascabel, mientras su "chihuaha", va en brazos, pegado a su pecho, recibiendo mucha ternura, besos y arrumacos. Ternura que ella debiera prodigar a su hijo, que lleva allá abajo en el coche, desplazado en sus afectos por la mascota canina.

Me pregunté… ¿A quién quiere más esa dama?

Jaime N. Alvarado García. Profesor normalista, periodista, escritor