Más ayuda para la tercera edad
El país debe hacer un esfuerzo mayor para darle dignidad a un segmento de la población que, por lo demás, irá aumentando su número con los años. Las farmacias populares o las rebajas en el precio del transporte, son algunos ejemplos positivos de los últimos años. Así hay que seguir explorando más alternativas de apoyo.
Antofagasta es una de las regiones con menor presencia de tercera edad entre las regiones del país, algo que podría explicarse por la característica de trabajo que tiene el territorio y por el éxodo de quienes dejan la zona, una vez que jubilan, en razón de los altos costos económicos que tiene vivir aquí. Pero muchos de los representantes de este segmento -en el Norte Grande y el país- enfrentan enormes complicaciones en su cotidianidad.
La situación de la tercera edad es compleja, y, en algunos casos, dramática, ante la carencia de recursos mínimos para subsistir. El tema ha sido puesto sobre la mesa en reiteradas ocasiones en el último tiempo y la preocupación se ha extendido a todos los niveles. Lo positivo es que han ido apareciendo algunas soluciones que permiten abrigar esperanzas.
Es obvio que la raíz del fenómeno son las bajas pensiones, un asunto explicado por las precariedades del mundo del trabajo, es decir, los bajos salarios, lagunas previsionales y monto de cotización, entre otros.
Pero el problema existe y soluciones mágicas no hay, porque el Estado no está en condiciones de desviar recursos infinitos para mejorar en forma sustantiva las jubilaciones u otros subsidios específicos.
En este marco nacieron las farmacias municipales, las que con debilidades y fortalezas entregan medicamentos a valores accesibles que ayudan, especialmente, a los segmentos mencionados. A lo anterior se suman ahora ayudas importantes -las ópticas municipales- con rebajas de hasta un 70%, permitiendo que pacientes de muy escasos recursos los adquieran, incluyendo a niños.
Otro ejemplo, puesto en marcha en Santiago, es la rebaja en los boletos del sistema de la locomoción pública. Son tres ejemplos de cómo la institucionalidad pública o privada puede asistir a este segmento, y así pueden agregarse otros más.
Es obvio que el país debe hacer un esfuerzo por cuidar más a esta población, que merece una vida plena y digna después de décadas de sacrificios; eso nos revela como sociedad, la clase de humanos que somos. Se trata de un desafío a resolver y a tomar muy en serio en los próximos años.