Violeta Parra a 53 años
Han pasado cincuenta y tres años desde que Violeta decidió poner fin a ese destino traidor que "le arrebató sin piedad/ por puro gusto no más/ su bonitura y candor/". La misma Violeta que nos hizo descubrir el material de que estamos hechos, pero que no pudo soportar el desamor, la soledad y la incomprensión para su canto que se levantaba a tientas en esas últimas jornadas en su carpa de La Reina.
Corrían los años 50' y Violeta había incursionado en la investigación folclórica recopilando entre 1953 y 1967, más de tres mil canciones y poemas. Su misión era descubrir el alma de Chile, era cantora y en los cantores de los pueblos que recorrió de punta a cabo, quiso encontrar los hilos de la arpillera del Chile que nos viene del centro de la tierra.
La radio reinaba en las casas y en el corazón de sus oyentes. Violeta llevó su investigación y sus canciones a la Radio Chilena y con Ricardo García alcanzó, en 1954, el primer lugar en la sintonía nacional con el programa Canta Violeta Parra. Chile estaba encerrado en esas canciones y escuchándolas pudimos entrar al corazón de la patria, inscribiendo esa cultura rural en una cultura urbana y popular.
No pudo seguir. Tenía cuarenta y nueve años y según Neruda "no tenía otra enfermedad que la tristeza".
A Tito Mundt le reveló "Me falta algo. No sé qué es". Su hermano Nicanor, en el lamento con que la defiende en su poema, intenta atrapar algo de lo inabarcable que ella fue: manantial inagotable de vida humana / viola chilensis/ vendimiadora ardiente de ojos negros / lámpara de sangre / dulce vecina de la verde selva/ huésped eterno del abril florido/ tu dolor es un círculo infinito/ . Desarregladas de este modo, las imágenes nos hablan de la Violeta que nos dio identidad, que rescató una imagen de lo que somos, buscándonos apasionadamente.
Para algunos la fundadora musical de Chile, Violeta seguirá siendo nuestra rapsoda porque para los inmortales la muerte es sólo una metáfora.
Patricia Bennett, miembro de la Academia Chilena de la Lengua